Este Gobierno recién canceló las normas de salud argumentando “que la gente ni sabe”, que el tema no es importante y que discutirlo sólo sirve para beneficiar a “malandrines”.

La salud de la población y las normas MÍNIMAS que la rigen, a las que deben apegarse las instituciones gubernamentales (como el IMSS) en el tratamiento de padecimientos graves como el cáncer, distan mucho de ser temas inconsecuentes.

Al contrario, resultan de suma importancia, pues las normas canceladas establecen un PISO de tratamiento mínimo que deben proveerles a los pacientes las instituciones de salud, públicas o privadas, de acuerdo con el padecimiento.

Vemos con enorme suspicacia el que sin decir ni “¡agua va!” el señor López-Gatell haya decidido, por sus pistolas, cancelar 35 Normas Oficiales Mexicanas. Más aún, cuando el Emir en funciones rehúsa discutir el tema, afirmando que “no es importante”.

Da la impresión de que al eliminar las normas -entre ellas varias relacionadas con el tratamiento del cáncer- están preparando el camino para “irse por la libre”, brincándose las trancas que demandan ciertos MEDICAMENTOS específicos que el IMSS y el cancelado INSABI simplemente NO TIENEN en México, y ya decidieron que no harán lo necesario para conseguirlos.

Parece que pretenden aplicar al tema de la salud de los mexicanos la misma lógica que Josef Stalin les imprimía a sus “purgas” políticas: “La muerte de una persona es una tragedia; la muerte de un millón es una estadística”.

Coincide con la eliminación de las normas oficiales la llegada de “brigadas” médicas venezolanas y cubanas: pudiera ser que el genio de López-Gatell vaya a introducir la yerbería cubana para sustituir las medicinas oncológicas que el IMSS no tiene, ¡lo cual lo haría posible la AUSENCIA DE NORMAS!

Sin normas oficiales, los “pacientes” que sean tratados con chochitos -en lugar de medicinas oncológicas- no podrán apelar al Poder Judicial para exigir un tratamiento adecuado, dado que no existe norma alguna que aplicar. ¡Por eso pensamos que las cancelaron! No fue de gratis o por puntada la cancelación, como tampoco es coincidencia la negación presidencial de darle al tema la importancia que merece.

Tomen ustedes, amables lectores, como ejemplo la Norma Oficial sobre el tratamiento de cáncer de mama. Esta norma, actualizada en su época, se publicó en 2011, tras consensuarse con expertos, y creaba una ruta de tratamiento estableciendo mínimos de CALIDAD críticos para el control de esta enfermedad.

Ésta es una de las Normas Oficiales que CANCELÓ la Secretaría de Salud, y es una de las que el Emir afirma que “no es importante” y que éste es un asunto de una “cúpula”. ¡No, señor, es un asunto de SALUD para la población, ni tiene tampoco nada que ver con la venta de medicinas!

En todo el mundo hay laboratorios que invierten miles de millones de dólares en la investigación y desarrollo de medicinas para curar las enfermedades que azotan a la sociedad. Estos laboratorios tienen canales de distribución y, por supuesto, pretenden recuperar lo que han invertido en investigación, desarrollo, fabricación y distribución… ¡ni modo que regalen las medicinas!

Arma López todo un champurrado de acusaciones inverosímiles imputando la cancelación de las normas a la venta de medicinas: ¡nada tiene que ver una cosa con otra! El hecho de que su Gobierno se haya mostrado inusualmente inepto para mantener intacta la cadena de abasto de medicinas para la población, especialmente las oncológicas, nada tiene que ver con la CALIDAD mínima de los protocolos de tratamiento para los pacientes en México.

El fracaso del INSABI se debe a la INCOMPETENCIA del Gobierno para armar y administrar un sistema funcional de abasto de material de salud. Cancelar las normas porque el INSABI fracasó, o porque el Emperador López II (el I era Santa Anna) la trae personal contra los laboratorios y sus distribuidores mexicanos, resulta una aberración, ya que PERJUDICA -y no ayuda- al buen funcionamiento del sistema de salud al que tiene acceso la mayoría de los mexicanos.

Un sistema que, junto con el SEGURO POPULAR, funcionaba adecuadamente, pese a sus imperfecciones. El que lo sustituyó, que es el actual, NO FUNCIONA: no hay medicinas y ahora tampoco habrá protocolos mínimos de tratamiento. Decir que retrocedimos equivale a piropearlos.

 

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