Le decía a nuestro editor líder de AM, que como en otros años, que reseñé en este espacio, algunos viajes que consideré necesario compartir pues he convivido los últimos dos años con personas y personajes del sur del estado en los tres municipios que circundan la hermosa Presa Solís. Este vaso enorme de agua, el más grande del centro del País y del Occidente, fue construido en los años 30 del siglo pasado e inundó precisamente la comunidad de Chupícuaro, en lo que era una zona arqueológica prehispánica, en las lomas cercanas al río Lerma y su afluente el río Coroneo. Digo que fue, porque actualmente gran parte del área quedó cubierta por la Presa de Solís, ubicada a solo 7 km de Acámbaro, entre esta ciudad y Tarandacuao.

Las primeras prospecciones arqueológicas que se realizaron en el área ocurrieron en los años veinte por el arqueólogo Enrique Juan Palacios. De acuerdo con varios autores, se estima que este asentamiento tuvo lugar entre 500 a. C. a 300 d. C. La zona arqueológica que queda, es potencialmente una de las más extensas e importantes del país; existen más de una decena de pirámides y muchas de las estructuras se encuentran sin explorar. Hay tumbas, altares y otros restos dispersos, hoy abandonados Esta cultura tiene mucha importancia por la influencia que ejerció y que tuvo en la zona, incluido León en la pirámide de Cerrito de Jerez (hoy completamente saqueada). Existen teorías sólidas de que los primeros habitantes de nuestro Guanajuato pertenecieron a esta cultura.

Me ligan a estas hermosas tierras sureñas, la apertura de un Plantel de la UTL (Universidad Tecnológica de León) en Acámbaro, proyectos de ecoturismo en Tarandacuao con egresados de la Licenciatura en Ecoturismo de la Universidad Meridiano y mucho con Jerécuaro, asentamiento que celebra este año sus 500 años de haber sido fundado. Nos separan casi 3 horas de viaje en coche de la gran presa, inaugurada por Miguel Alemán Valdés, Presidente en 1949. Para la construcción de esta enorme obra hubo la necesidad de sacrificar al pueblo de Chupícuaro, incluida la riqueza prehispánica que reseñé. La presa Solís se localiza toda en territorio guanajuatense, pero está ligada a la Presa de Tepuxtepec en el estado de Michoacán. Con ambas obras se logró lo que nunca antes había hecho nuestro País: controlar permanentemente las aguas del río Lerma para proyectos productivos.

León y las ciudades del corredor industrial como Salamanca, Irapuato y Celaya, tienen sed. El proyecto para traer agua a ellas por parte del gobierno del estado –después del fracaso de la Presa El Zapotillo-, tan criticada por su servidor, es el ahora llamado “Plan B”: el trasvase de la enorme Presa Solís, para llevar agua desde allí hasta León, con todos los costos financieros, energéticos y sociales que pueda tener, con el paradigma egipcio de construir presas, a diferencia de la realidad israelí de generar patentes para optimizar el agua que bajaríamos de la Sierra de Lobos. Pero lo más costoso de esta idea del Plan “B” es no calcular lo que supondría socialmente: convencer a 25,000 productores y que el gobierno federal autorice el cambio de su uso a consumo humano. Se requiere conocer mucho de las culturas locales y su gente; de cómo los distritos de riego (11 es su número original) viven de la Presa Solís. Cómo provocan parajes maravillosos como Puruagua (del tarasco o purépecha que significa “Agua que Hierve”).

La tradición es liberal en estos 3 municipios que han probado los gobiernos de izquierda y que comulgan de una manera profunda de ver la vida con sus costumbres, su gastronomía, sus creencias y el amor al agua, a su agua. Aquí he charlado mucho con la gente de estos “pueblos de gesto antiguo” y me deleito en sus estilos de vida. Pocos saben del proyecto de llevar agua de “su” presa a León. Y los pocos que lo saben, consideran que es intocable. Tanto, como los pueblos de Jalisco que rechazaron y lucharon hasta lograr acabar con el proyecto de inundar Temacapulín y que al final, legalmente, evitaron traer agua a León. Chupícuaro, la cultura que nació en el hermoso sur del estado, está en León porque es la cultura madre de esta tierra leonesa.

 

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