Diplomacia es escuchar lo que el otro necesita, preservando tu posición, pero escuchando al otro”.
Colin Powell
El presidente ha hecho una costumbre de nombrar a funcionarios con un 10 por ciento de capacidad, o menos, y un 90 por ciento de lealtad. No sé cuál sea el grado de lealtad de Alicia Bárcena, pero su capacidad para el cargo de secretaria de relaciones exteriores es muy elevada.
Me hubiera gustado ver a un canciller del servicio exterior, tan vapuleado en un momento en que el Instituto Matías Romero ha cedido el papel de semillero a los gobiernos estatales del PRI. Aunque Bárcena no es diplomática de carrera, su experiencia en las relaciones exteriores es considerable y exitosa.
Bárcena estudió biología en la UNAM y una maestría en administración en Harvard. Ocupó la dirección del Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos en Yucatán. Entre 1982 y 1986 fue subsecretaria de ecología en la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología. De 1989 a 1991 ocupó la dirección de pesca. Pasó a la coordinación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Fue vicejefa y jefa de gabinete del secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, y subsecretaria general de administración bajo Ban Ki-moon. De 2008 a 2022 ocupó la secretaría ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
No en todos los círculos, sin embargo, será bien recibida. Cuando en 2022 el presidente la postuló como candidata a presidir el Banco Interamericano de Desarrollo, María Elvira Salazar, representante republicana en el Congreso estadounidense, pidió el voto en contra de su país porque la calificó de “simpatizante del comunismo”. La razón es que en 2013 Bárcena ofreció a El País de España unos comentarios muy positivos sobre el fallecido dictador venezolano Hugo Chávez: “Y el rostro de esta América es otro desde que él irrumpiera en la escena, y es mejor, porque Chávez demostró que cuando la voluntad de cambio justiciero no es expresión de ilusionismos personales, sino síntesis de la aspiración de las mayorías, estos son indetenibles”. Tras la muerte de Fidel Castro en 2016 expresó: “Se ha apagado la vida fecunda de un gigante protagonista de nuestra historia continental, combatiente por la igualdad y la justicia social. Sus ideales revolucionarios dejaron a pocos indiferentes”. Bárcena retiró su candidatura al BID por “razones personales” y el presidente la nombró embajadora en Chile.
Mi impresión es que Bárcena no es comunista, pero comparte con muchos una visión idílica de esos dictadores. De lo que no hay duda es que los grupos conservadores de Estados Unidos no recibirán su designación con beneplácito. Quizá por eso la seleccionó López Obrador, a quien le gustan los pleitos. y expresar su admiración por Chávez y Castro.
El papel de la nueva secretaria será importante. El embajador Enrique Berruga, diplomático de carrera, director general ejecutivo de The Aspen Institute México, me explica que la labor de la cancillería es crucial en un cierre de sexenio: “Están los equipos de observación electoral de organismos multilaterales y también las felicitaciones hacia quien resulte electo”. Para un presidente en caballo de hacienda para ganar las elecciones de 2024, pero al que gusta violar las leyes, la visión internacional adquiere una relevancia especial.
La canciller enfrentará muchos otros retos. El presidente ha abierto conflictos innecesarios con España, Estados Unidos, Canadá y el Parlamento Europeo. Esperemos que no se le encarguen tareas que no tienen relación con su responsabilidad, como a su predecesor. México necesita una buena canciller y Bárcena tiene la capacidad para serlo.
INE y AMLO
No preocupa que los consejeros del INE se reúnan con el presidente. La independencia no se construye en juntas sino en decisiones. El INE ha demostrado autonomía y valentía. Ahora tiene más consejeros gobiernistas, pero hizo muy buen trabajo en Coahuila y el Estado de México.
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