Y se dio, lo que se temía,
un jueguito denigrante,
un equipo, en soberanía,
el otro sin responder al migrante.
Superado por los gringos,
y con falta de sapiencia,
solamente daban brincos,
no enseñaron resistencia.
Más veloces los del norte,
efectivos en paredes,
les hicieron cualquier corte,
a los ratoncitos verdes.
Al verse así superados,
se fueron a las patadas,
resultaron expulsados,
por agresiones, mal dadas.
Parece que no hay remedio,
se cambió la directiva,
el técnico conoce el medio,
jugadores, ¡pura vida!,
la afición ve con recelo,
un equipo sin medida.