Poco tiempo le duró el gusto a Alejandro Encinas de estar a cargo de la Secretaría de Gobernación. Nombrado apenas el 16 de junio, el presidente López Obrador anunció ayer su reemplazo por la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, de 35 años. El anuncio lo hizo casi al final de la mañanera, como si fuera un nombramiento sin importancia, olvidado en medio de temas relevantes como el informe semanal del procurador del consumidor. 

El cargo no es, sin embargo, intrascendente. No solo tiene el secretario de gobernación la responsabilidad de negociar con las fuerzas políticas del país, importantísimo en vísperas de una campaña presidencial, sino que en caso de una “falta absoluta” del presidente, y mientras el Congreso nombra a un interino o sustituto, asume la titularidad del Poder Ejecutivo hasta por 60 días. 

AMLO no quiso apresurar la toma de protesta de Alcalde: “Pienso que a mediados de semana ya va a empezar a ponerse de acuerdo con Alejandro Encinas”. Añadió: “Es joven. Es muy importante pensar en el relevo generacional, dar oportunidad a los jóvenes”. 

Alejandro Encinas no es ciertamente joven: tiene 69 años, pero el cargo de secretario de gobernación es uno en que se asume que la experiencia es un activo. Encinas ha tenido una larga y sólida carrera política en la que ha sido tres veces diputado federal y dos veces senador; además de haber ocupado un gran número de puestos públicos, entre ellos jefe de gobierno sustituto de la Ciudad de México. Es economista por la UNAM y ha sido activista de derechos humanos por décadas. Su trabajo en Segob como responsable de la política de derechos humanos ha sido importante. No sorprende que muchos analistas hayan pensado que podría haber permanecido al frente del Palacio de Covián hasta el fin de este gobierno. 

Encinas ha demostrado muchas veces su lealtad al presidente, pero el 16 de agosto de 2022 declaró a pregunta de un reportero: “Siempre lo he sostenido públicamente. La seguridad pública es un asunto de la autoridad civil”. Es probable que esta afirmación en un gobierno militarista le haya costado el puesto de secretario. Apenas en mayo pasado, por otra parte, se reveló que Encinas había sido objeto de espionaje en este gobierno con el software Pegasus. Cuando el New York Times le preguntó si había sido espiado, él contestó “Probablemente, sí”. El presidente, sin embargo, se negó a aceptar que el Ejército pudiera ser responsable, a pesar de que la información disponible sugiere que solo la Sedena tiene ese programa. “Nosotros no espiamos”, declaró. A Encinas le recomendó que “no le diera importancia, porque no había ninguna intención de espiar a nadie”. 

Alcalde será más maleable. Nadie duda de la inteligencia de esta joven abogada, que ha logrado acuerdos con los empresarios para subir los salarios mínimos y estuvo al frente de una reforma para prohibir la subcontratación; pero es difícil pensar que públicamente pudiera ofrecer alguna declaración contraria a los deseos del presidente, como Encinas lo hizo con la militarización de la Guardia Nacional. El cambio generacional no es lo relevante, sino el hecho de que Luisa María, hija de Bertha Luján, una de las más leales militantes de Morena, ha demostrado también ser incondicional al presidente. 

Habrá que darle a Alcalde el beneficio de la duda, pero sería sorprendente que mostrara una posición independiente. Será sin duda una buena negociadora, pero debemos estar conscientes de que, en caso de registrarse una ausencia permanente del presidente, se convertiría temporalmente en jefa del ejecutivo. 

Trangénico

AMLO anunció que prohibirá a las tortillerías vender maíz blanco “trangénico” [así dijo y añadió: “aunque les molesta mucho que diga trangénico”; en la transcripción oficial lo corrigieron a “transgénico”]. Dijo, además, que impondrá aranceles a la importación. Lo peor que puede pasar es que suba el precio de la tortilla. 

www.sergiosarmiento.com

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *