Antes de que llegara el vendaval macuspeño al poder, la Secretaría de Gobernación era una institución gubernamental muy importante: equivale a un Ministerio del Interior, y en otros tiempos se consideraba a su titular responsable de la política interna del País.
No es coincidencia que un buen número de quienes ocuparon el puesto de ahí brincaron a la Presidencia de México.
Han ocupado la Secretaría de Gobernación personajes de la política como Miguel Alemán Valdés, Ernesto Uruchurtu, Adolfo Ruiz Cortines, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, Mario Moya Palencia, Jesús Reyes Heroles (quien inició con gran visión la “pre-reforma política”, que en el 2000 trajo la plena democracia a México), el mismo Manuel Bartlett Díaz, Fernando Gutiérrez Barrios y otros personajes, unos mejores que otros; unos buenos y otros malos (muy malos), pero todos con experiencia y oficio.
En este sentido, el nombramiento de una jovencita de 35 años (cumple 36 en agosto), cuya especialidad ha sido siempre el tema laboral, luce un tanto desatinado.
Ciertamente es inteligente Luisa María Alcalde, no lo dudamos, pero el caso es que está muy verde para un cargo así.
Dicho esto, diremos lo que otros analistas opinan: “No importa, pues como quiera ella no va a decidir nada: todo lo decide el Presidente, los Secretarios están ahí sólo para, en ocasiones, anunciar las decisiones que tomó el Presidente”.
Si es inexperta, ¿entonces por qué la nombró el Presidente?
Pues porque su madre, Bertha Luján, fue contralora en el DeEfe con el señor López y ella, Luisa María, participó en la causa obradorista desde el inicio; encabezó las “juventudes” de Morena, llegó a ser Diputada federal por el partido, y es seguidora fiel del Presidente.
(Y aparte se le considera cercana a la temible Catrina Claudia Sheinbaum, quien aún le quita el sueño al Gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, con el “pancho” que le armó en la Convención de Morena).
Éste viene siendo otro caso que refrenda lo que se ha dicho: el señor López escoge a sus colaboradores con base en la regla del “90/10”: 90 por ciento de lealtad ciega y 10 por ciento de capacidad a medias.
No nos malentiendan: no criticamos a la Lic. Alcalde Luján, no dudamos que con el tiempo y después de ocupar varios puestos y trabajar para jefes experimentados que le puedan obsequiar una mentoría, pudiera llegar a ser una muy buena servidora pública.
El punto es que hoy, hoy, hoy, no le queda el puesto, sobre todo si lo dimensionamos a como era y no como lo tiene la 4T hoy día, que no llega a ser ni remedo de lo que fue, ya que el Presidente ha usurpado prácticamente todas las funciones que ejercía: es “hombre orquesta”, delega poco y decide todo.
Menos aún criticamos el nombramiento de Luisa María Alcalde por el hecho de que sea MUJER.
Para nada: una mujer, Olga Sánchez Cordero, antecedió a Luisa María Alcalde en la SEGOB al arranque de este sexenio antes de ser relevada por el compadre tabasqueño Adán Augusto López, que estuvo ahí sólo para preparar terreno para su precampaña a la Presidencia.
Se mira esta dama chica para el cargo, desconocedora de las responsabilidades de la SEGOB y demasiado cercana al Presidente y su titerelata favorita.
Quizá se justifique este nombramiento desde el punto de vista del movimiento morenista, mas no desde quién sería la persona idónea para el puesto y la buena marcha de México.
Una cosa es anunciar incrementos al salario mínimo pactados por el Presidente y otra es lidiar -y negociar- con líderes de la CNTE y del SNTE, o líderes campesinos, al tiempo que se administran las funciones que recaen en la SEGOB, entre otras muy importantes, garantizar la PAZ interna en México.
Claro que todos le deseamos éxito a la Lic. Alcalde Luján, a nadie nos gustaría que fracasara, pues de hacerlo impactaría negativamente en la buena marcha de México y de sus habitantes.
A Gobernación le tocaban negociaciones delicadas con grupos de presión fuertes, como el Ejército Zapatista o con los más malos de los “malitos”.
La responsabilidad asignada a la joven Luisa María Alcalde Luján es grande.
Ahora que, seguros estamos, ella se siente a la altura o no hubiese aceptado el reto.
Esperemos todos que efectivamente lo esté.