Todos los presidentes de México terminan por vivir en una realidad alterna generada por el aislamiento en el poder. López Obrador no ha sido la excepción. 

No hubo información nueva en el enésimo informe de gobierno de este 1º de julio. El presidente repitió la letanía de todas las mañaneras sobre sus supuestos logros que buscan ratificar su “ambición legítima” de “pasar a la historia como uno de los mejores presidentes de México”. 

“El pacto funcionó -dijo–, el pacto entre el pueblo y su gobierno se ha sellado bajo el principio de atender y respetar a todos, pero dar atención especial, privilegiar siempre la ayuda a los pobres y necesitados. Actualmente llega de manera directa a 30 millones de hogares cuando menos un programa de bienestar o una porción, por pequeña que sea, del presupuesto nacional; y los cinco millones de hogares restantes, que viven en mejores condiciones, también se han beneficiado porque nuestra política económica ha mejorado el poder adquisitivo de las familias y ha fortalecido el mercado interno”. 

Sí, el gobierno ha repartido apoyos, pero eso no ha generado necesariamente una mayor prosperidad. Los beneficiarios agradecen el dinero y votan por Morena, pero en las encuestas reflejan la angustia por la carestía, la falta de empleos, el deterioro en los servicios de salud y la violencia. 

Hay 21.9 millones de trabajadores registrados en el Seguro Social, un récord, pero se dejaron de generar empleos entre 2019 y 2020 que apenas ahora se están recuperando. “Hay obreros de la construcción porque echamos a andar la economía”. Falso. La construcción está lejos de recuperar los niveles de 2018. “El salario mínimo era de 88 pesos al día, ahora es de 207 pesos y en la frontera es de 312 pesos”. La población que gana salario mínimo, sin embargo, se ha disparado de 12.4 millones en el primer trimestre de 2020 a 21 millones en el primero de 2023, mientras que el número de quienes ganan más de dos mínimos se ha desplomado: de 13.9 millones a 7.6 millones en el mismo lapso. 

La política conservadora en las finanzas públicas se ha reflejado en un aumento relativamente pequeño de la deuda pública, cierto; pero es falso que estemos viendo un auge de inversión y, en particular, de inversión pública. Las cifras de inversión como porcentaje del PIB han sido bajas a lo largo del sexenio. A pesar de un aumento en la inversión pública en el último trimestre de 2022, cuando se alcanzó un nivel de 3.5 por ciento del PIB, en este gobierno se han registrado promedios inferiores al 3 por ciento, mucho menos que el 5 por ciento o más de la administración de Calderón. Las inversiones públicas de este régimen, además, se han concentrado en proyectos como el AIFA, Dos Bocas y el Tren Maya que difícilmente serán rentables. 

En la parte política el presidente sigue descalificando a quienes no le rinden pleitesía. Culpa de la violencia actual a Calderón, quien dejó el gobierno en 2012. Sigue creando villanos imaginarios a quienes culpa de sus problemas. Los críticos “se han constituido en una especie de supremo poder conservador. El gerente de este grupo peculiar es Claudio X. González, hijo; a él lo apoyan los traficantes de influencia y políticos corruptos del más alto nivel del antiguo régimen”. 

No hay duda del éxito político del presidente. Sus niveles de popularidad son muy altos, aunque la gente cuestiona los resultados en temas concretos. Sus corcholatas se encuentran en los primeros lugares en las encuestas para el 2024. El país, mientras tanto, va dando tumbos, en una realidad que no tiene nada que ver con la que imagina el presidente. 

Discriminación

La Suprema Corte de Estados Unidos echó para atrás los programas de discriminación racial “afirmativa” en universidades como Harvard. Estos programas no han reducido la desigualdad, pero sí han discriminado a los asiáticos por el pecado de esforzarse más. 

 

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