Lourdes Casares de Félix

A principios de junio tuve un viaje a Guatemala. El país se preparaba para la elección presidencial. En una contienda electoral de 27 partidos (aunque algunos fueron descalificados) ya se pueden imaginar cómo lucía la capital y el resto del territorio en cuestión de propaganda que trataba de influir para que votaran por algún candidato específico. Era una inundación de carteles en las avenidas. 

Ante este panorama propagandístico me surgieron dos dudas. La primera: ¿Qué harían después con esta gran cantidad de papel y plástico que por consecuencia generaría una gran basura que repercutiría en un daño ecológico?

En nuestro país ¿Qué se hace con todo ese material cuando terminan las campañas? la basura electoral que incluye pendones, mantas, lonas de plástico y volantes, se convierten en residuos que deberían ser reciclados, pero es difícil darle seguimiento al proceso. La Revista Forbes México informa que tan solo en la Ciudad de México en las últimas 3 elecciones se han acumulado: a) 77.5 toneladas en 2012; 42.5 toneladas en 2015; y 10.1 toneladas en 2018. Estas cifras nos indican la cantidad de basura contaminante que dejan las campañas electorales. Por ello, la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LGIPE) prevé que la propaganda electoral impresa sea reciclable, fabricada con materiales biodegradable y que los partidos políticos realicen un plan de reciclaje respecto a la propaganda que se utilizará durante su campaña; pueden incluir papel, cartón, tela o plásticos biodegradables, reciclados o renovables, pero efectuando un plan de reciclado. Al menos tenemos una ley, pero no sabemos si se cumple a cabalidad.

Mi otra duda era si valía la pena todo ese dispendio de propaganda ¿En realidad la ciudadanía lograría diferenciar a un candidato entre tantos?  ¿Qué tan efectiva es una campaña que invade los espacios públicos? ¿Es agradable para la población esta contaminación visual? ¿Podrían utilizarse esos recursos económicos en algo más útil para la población? Pues bien, los resultados de la contienda política en Guatemala fueron sorprendentes y nos pueden dar respuesta a algunas de las preguntas. Lo que las encuestas no contemplaron fue el voto nulo que fue el que ganó. Este obtuvo el 17%, el voto en blanco fue del 7% que sumados dan un total de 24%. La candidata que obtuvo más votos llegó a casi un 15% y el segundo candidato obtuvo 12%. A todo esto, también habría que sumar la abstención. ¿Valió la pena tanta inversión en material propagandístico contaminante? La respuesta de la ciudadanía fue clara; hartazgo y decepción de su clase política. La propaganda no los convenció ni motivó a ejercer su derecho a elegir. El resultado de votantes efectivos fue bajísimo.

Los medios digitales forman parte ya de nuestras vidas y son una opción más convincente que no contamina ni requiere grandes cantidades de inversión. Así logró Barack Obama expandir su mensaje político y vencer a sus adversarios al igual que Samuel García gobernador de Nuevo León.

acentodemujer@hotmail.com

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