Toda existencia humana está marcada por cambios y contradicciones; la de Porfirio Muñoz Ledo más, quizá como consecuencia de su entusiasmo por la vida y la intensidad de su obsesión con la política.
Tartamudo de niño, se convirtió en brillante orador y polemista. Estudió derecho en la UNAM y participó con Carlos Fuentes en la revista política de la facultad, Medio Siglo, a la que después se uniría Carlos Monsiváis. El gobierno francés le dio una beca para estudiar en La Sorbona, donde permaneció cuatro años y cayó bajo el influjo de Raymond Aaron, uno de los referentes del pensamiento liberal francés.
De regreso tuvo en 1961 su primer cargo público, como subdirector de enseñanza superior, por invitación de Jaime Torres Bodet. En 1963 ya era funcionario del PRI, partido al que se había afiliado desde muy joven. Cuando tuvo lugar la matanza de Tlatelolco, en 1968, era secretario general del IMSS; pero lejos de renunciar en protesta, como Octavio Paz, aplaudió al presidente Gustavo Díaz Ordaz, de quien dijo en 1969: “evitó que se deteriorara la autoridad que el Estado ejerce sobre los intereses particulares”
Con Luis Echeverría fue subsecretario de la Presidencia y secretario del trabajo. Aspiró al dedazo presidencial, que favoreció a José López Portillo. En la campaña de 1975 y 1976 fue presidente del PRI. López Portillo le dio, como premio de consolación, la Secretaría de Educación, pero después lo mandó a Naciones Unidas como representante permanente, cargo al que tuvo que renunciar después de un pleito callejero.
El momento de quiebre con el PRI vino en 1987, cuando formó con Cuauhtémoc Cárdenas la Corriente Democrática que buscaba democratizar la selección del candidato presidencial. Miguel de la Madrid recurrió al dedazo tradicional en beneficio de Carlos Salinas. Muñoz Ledo y Cuauhtémoc renunciaron al PRI y en 1988 lanzaron la candidatura de Cárdenas por el Frente Democrático Nacional.
Muñoz Ledo fue senador, fundador y presidente del PRD. Se convirtió en una de las voces más vigorosas de la oposición. En 2000 fue candidato a la presidencia por el PARM, pero declinó en favor de Vicente Fox, quien lo nombró embajador ante la Unión Europea. Se alió al movimiento de López Obrador en 2006 y permaneció con él hasta la victoria. En 2018 fue electo diputado por Morena y se convirtió en presidente de la Cámara de Diputados. Con esta responsabilidad invistió a AMLO con la banda presidencial. Un día después tuiteó que López Obrador “ha tenido una transfiguración: se mostró con una convicción profunda, más allá del poder y la gloria. Se reveló como un personaje místico, un cruzado, un iluminado”. Las loas, sin embargo, no duraron. En junio de 2022 acusó al presidente de tener “un contubernio o alianza con el narco”. Declaró que “una transición democrática” ha terminado y “está iniciando una reversión autoritaria”.
Porfirio era brillante con la palabra, pero padecía de un incontrolado narcisismo. Era tan extravertido como Cuauhtémoc introvertido. Supo sobrevivir durante décadas en las aguas turbulentas de la política con cargos públicos y legislativos importantes en gobiernos muy distintos.
En septiembre de 2022 reflexionaba: “La democracia no es solo tener más voz. La democracia es el equilibrio de las fuerzas del poder, la democracia es también la defensa de las libertades públicas”. López Obrador tiene hoy mayoría absoluta y el poder de la voz a través de sus mañaneras; pero Muñoz Ledo entendió que la democracia no puede ser simplemente la imposición de la voz del poder: necesita de libertades públicas y de equilibrios al poder. Con esta posición coincido plenamente.
Toluca
Nos dicen que hemos superado “la violencia de Calderón”, pero ayer un grupo armado asesinó a ocho personas y prendió fuego a un local de verduras en el Centro de Abasto de Toluca. ¿No se dan cuenta?