Con reticencia de mi parte por la inseguridad que se vive, finalmente mi mujer me convenció de ir al avistamiento de Luciérnagas en Tlalpujahua, Michoacán.

En un principio fue como un Deja Vu (Sensación de haber pasado con anterioridad por una situación que se está produciendo.), eso de caminar por todo el pueblo de día y de noche sintiéndonos seguros, es una sensación que ya había olvidado: ¡Una sensación de libertad! muy gratificante; tengo que reconocer que había más policías de lo normal dada la celebración de La Virgen del Carmen de Tlalpujahua; aun así, se ve y se percibe en el comportamiento de la gente un sentimiento de seguridad.

Por la hora de llegada, la primer visita fue al mercado de la ciudad y mi primera impresión, que existía un área de oportunidad turística; aclaro que en lo personal identifico a los mercados tradicionales como parte de nuestra cultura gastronómica y centros de atracción turística, por lo que gusto de visitarlos; pongo como ejemplo el mercado de Guanajuato capital, que con una obra de arquitectura (ingeniería) excepcional, es atracción mundial y que con su oferta gastronómica, sus puestos de fruta y sus artesanías, es atracción turística nacional e internacional; en otro nivel está el mercado de Coyoacán, en la CdMx, a dónde voy los domingos cuando ando de visita, para disfrutar de un buen menudo, enchiladas, chilaquiles, o de otros platillos tradicionales de nuestra cocina mexicana, siempre bien presentados, a buen precio y en un entorno limpio e higiénico; y es ahí donde falla Tlalpujahua, su mercado de entrada da la impresión de sucio, mal iluminado y con colores verde y guinda que oscurecen más el entorno; sus pisos de cemento gris no dan la impresión de higiene. Platiqué con lugareños sobre el tema y las posibilidades de un impulso turístico a partir de su mercado; mencionaron que el Director de Turismo, Andrés Arredondo, quién trabajó como guía de turistas, era un promotor turístico y que ello le quitaba eficacia pues generaba conflicto de interés respecto a lo que se promovía o impulsaba municipalmente y que adicionalmente tenía intereses en dos de los grupos encargados de los espacios de avistamiento de las Luciérnagas. Con la intención de presentar propuestas y aclarar detalles sobre el director, pedí una audiencia con el Presidente Municipal Jorge Medina, quién, por las celebraciones estaba ocupado, se me invitó a reunirme con el Director de Patrimonio, Rafael Berrios, indicándome la dirección de su oficina; ahí me apersoné, aunque no apareció el Director Berrios afortunadamente me atendió su asistente Raymundo Saucedo; servicial e informado, le expliqué el motivo de mi vista, narrar mi experiencia en un artículo incluyendo propuestas. Me habló de las artesanías: cantera, popotillo, pluma, alambroide, cerámicas y alfarería, así como de la problemática en las fiestas en cuestiones de vialidad y estacionamiento (Tlalpujahua está en un cerro, rodeada de cerros), platicamos de los ciclos de las luciérnagas y de los servicios de comida y hotelería, llamó mi atención que no hubiera farmacias abiertas en la noche (resulta que caminando veredas para ver a las luciérnagas, me torcí un pie y busqué un desinflamatorio), las farmacias abren hasta las 9 a.m. y cierran temprano… De la charla con Raymundo, con personal del municipio y con taxistas y con gente del pueblo llegué a algunas conclusiones: 1.- Necesario buscar el apoyo del gobierno estatal como estrategia de combate a la inseguridad a través del desarrollo, 2.- Cambiar al director de turismo y buscar un perfil como el de Raymundo para darle un impulso comprometido y renovador a Tlalpujahua, 3.- Buscar solares para estacionamiento fuera del pueblo para, salvo taxistas y servicio de transporte municipal circulando, dejar autos y camiones de turistas afuera (con vigilancia y un costo simbólico o gratis), 4.- Mi nieta sugiere como transporte municipal, un trenecito como el de los zoológicos o los parques, que tenga rutas predeterminadas que recorran todo el pueblo, con espacio para equipaje para mover a turistas, y yo añadiría, triciclos (motos con asiento techado atrás), para moverse en el pueblo, todos con un costo de $5.00 pesos (el negocio es la atracción turística), 5.- Regularía el costo de servicios para avistamientos de luciérnagas; pagar los $70 pesos a quienes llevan su auto y cargar el transporte a quienes prefieren ser llevados. El costo de $390 que cobran algunos espanta a la clientela, 6.- En el tema del mercado; con apoyo estatal lo renovaría, usando materiales como el azulejo para dar vista y garantizar higiene, pondría pisos para facilitar limpieza y un diseño arquitectónico con distribución eficiente y mucha luz. Estandarizaría los puestos y obligaría a todos a tener precios a la vista. Lo que atraería turismo, y aumentaría el consumo en una relación de ganar/ganar, gana el turista, gana el locatario y ganan el pueblo y su gobierno, 6.- Una farmacia de 24 horas, hace falta. Y finalmente, 7.- Construyendo un mercado de chucherías y artesanías, quitaría muchos de los puestos callejeros que complican vialidad y deslucen a Tlalpujahua (ver el de Tequisquiapan, Qro.), respetando, obviamente nuestras tradiciones en el uso de espacio público para los días de plaza, fines de semana y festivos.

Si bien el viaje fue para ver a las luciérnagas, comparto que de gratis presenciamos un espectáculo de abejas trabajando en el jardín central, resulta que sus árboles, que yo no conocía, son un manjar para las abejitas; pregunté a los lugareños el nombre del árbol, no lo sabían, pregunté a un policía, su compañero, Efraín Hernández, quien además de policía estatal es ingeniero agrónomo, escuchó y entre ambos resolvieron el problema, primero buscando en Google y después al descubrir que pegado a un árbol en una lámina estaba la información: Ligustrum lucidum, espero que esta información sea útil a quienes, como los Rotarios, preocupados por la vida, se ocupan de las abejas.

Cierro el presente felicitando a las autoridades de Tlalpujahua por el concierto vocal en la Iglesia y recomendando los panes que están en las tardes al pie de la escalera de la Iglesia principal, los polvorones de $3 pesos son un lujo para el gourmet nacional e internacional… ¡Así de sencillo!

Un saludo, una reflexión.

Escritor y soñador

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