El rompimiento del Gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, con Movimiento Ciudadano y su presidente, Dante “Lex Luthor” Delgado, acarrea implicaciones pesadas… ¡para Nuevo León!

Fue abrupta y violenta la salida de Alfaro, quien afirmó: “Yo ya no tengo interés de participar en un proyecto que no entiendo, que se construye de manera unilateral y que simplemente nos quiere someter a todos a la voluntad de quienes coordinan el partido a nivel nacional.

“En la dirigencia nacional se están cometiendo errores muy graves”, agregó Alfaro. Tales como -decimos nosotros- subrepticiamente ayudarle a Morena dividiendo a la Oposición con un candidato propio que le reste votos al Frente Amplio Opositor.

Alfaro ha propuesto algo más sensato: que MC se una al Frente y apoye al candidato que éste escoja. A ello se oponen Lex Luthor y el Gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien está que se pela por lanzarse.

Siempre les hemos hablado aquí, estimados amigos, de un acuerdo secreto entre el “líder” de MC, Dante Delgado, y su viejo amigo, el Presidente López, que consiste en que MC no apoyará la alianza en contra de Morena y que propondrá un candidato propio con el fin de dividir el voto opositor (y recibir ayuda del partido dominante para incrementar su acceso al fondo público de apoyo a los partidos).

En Jalisco, gente cercana a Alfaro es de la opinión de que Lex Luthor ya tomó la decisión de impulsar como su candidato (el de MC) a García. Prevén que el anuncio se realice poco antes o durante el Segundo Informe de Gobierno del joven mandatario a principios de octubre.

Esto pese a que existe en Nuevo León -y pesa negativamente en el ánimo de sus ciudadanos- el precedente del fracaso rotundo en esa misma aventura del anterior Gobernador J. Heliodoro Rodríguez “El Bronco”, al haberse lanzado a la contienda presidencial del 2018 abandonando al Estado, cometer numerosas tropelías para conseguir las firmas necesarias y condenar al erario estatal a una relación de enemistad y animadversión con quien resultó Presidente -y se tornó en Emperador-.

Misma enemistad que se tradujo en reducidas participaciones económicas para el Estado y un incremento de las carencias de éste en lo relativo a infraestructura. Es decir, García se propone cometer el mismo ERROR que su antecesor, error que él mismo CRITICÓ tanto en campaña como cuando era Senador, tanto que ya de Gobernador lo llevó a entablarle proceso jurídico a “El Bronco” y encarcelarlo por breve periodo.

Si vemos las razones de Alfaro para divorciarse de Movimiento Ciudadano, queda claro que Lex Luthor Delgado toma decisiones que “no se entienden” y que se les “imponen” a los miembros de MC. No existe en MC un manejo democrático de las decisiones, sino una imposición directa, la cual se origina en la existencia del acuerdo nefasto de Delgado con López para ayudarse mutuamente, y con el que PERJUDICA a todo México y a su democracia.

Por eso es difícil entender que el Gobernador Samuel García esté tan dispuesto a PRESTARSE a esta maniobra dejando tirado al Estado y a su compromiso de gobernar durante todo el sexenio el “Nuevo” Nuevo León (que se está pareciendo mucho al antiguo).

¿Será que de veras cree que puede ser Presidente a los 35 años? ¿O es la suya una postura oportunista, a ver qué saca como beneficio personal? ¿O forma parte ya del acuerdo entre Delgado y López de dividir a la Oposición para favorecer a Morena y a la 4T?

Pronto sabremos la respuesta, pero de una cosa sí estamos seguros: si se lanza García -como todo parece indicar- se ganará el descontento y REPUDIO de un gran número de sus conciudadanos. A nadie en ese Estado le han quedado ganas de tener OTRO Gobernador “chapulín” que usa el cargo como trampolín para ver qué pepena para su propia cosecha sin importarle si le causa perjuicio a Nuevo León.

Lanzarse de candidato presidencial implica abandonar al Estado por -cuando menos- SEIS meses, para lo cual tendrá que pedir permiso al Congreso antagónico con el que tan feos pleitos trae, dejar a un suplente -que puede O NO ser capaz de cargar con la responsabilidad- y regresar como perdedor, con la cola entre las patas, a enfrentar a una comunidad decepcionada de él y con disminuidas simpatías a su favor.

Sin duda, un juego de pierde-pierde. Alfaro TIENE RAZÓN.

 

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