Hace dos semanas nos encontrábamos celebrando la efeméride del Día de las Juventudes y ahora estamos con el festejo de los Adultos Mayores. Muy similar a nuestras vidas que rápidamente pasamos de la infancia y  juventudes para llegar a adultos mayores, en un santiamén.

El 26 de julio fue establecido como Día Internacional de los Abuelos por la ONG Mensajeros de la Paz en 1998. El motivo es la conmemoración a conmemora a San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María y por lo tanto, abuelos de Jesús.

También en 2021, el papa Francisco estableció que la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores se lleva a cabo el cuarto domingo de julio, es decir el pasado 24 del mes. En tanto, la ONU promueve la celebración global del Día Internacional de las Personas de Edad, el 1 de octubre.

Sin embargo, en México, el día del festejo es el 28 de agosto, aunque su origen no está muy claro y existen varias versiones. Una apunta que se instituyó durante el gobierno de Abelardo Díaz Rodríguez, entre 1932-1934 y posteriormente se ratificó en el mandato de Lázaro Cárdenas (1934-1940).

De acuerdo con el INAPAM (su anterior nombre INSEN), en 1982 se decretó conmemorar, a nivel internacional, el mes de agosto como el de la vejez; en 1998 se instituyó en todo el país, el 28 de agosto como Día del Anciano, título que fue cambiado posteriormente a Día Nacional del Adulto Mayor, y hoy, con la clara intención de emplear un lenguaje incluyente, que considere también a las mujeres mayores, quienes forman la mayoría de este grupo poblacional, se ha decidido llamar a este día, “Día Nacional de las Personas Mayores”, no de los “abuelos” ya que esta denominación tampoco incluye a las abuelas; ni todas las personas mayores son abuelos o abuelas, ni todas las abuelas o abuelos son personas mayores. 

La celebración de este día nos ofrece un espacio, no sólo para felicitar a las personas mayores por el hecho de serlo, sino para brindarles un reconocimiento por sus aportaciones actuales y potenciales al desarrollo cultural, social, económico y político de nuestra sociedad y de sus comunidades, así como para impulsar la lucha por el reconocimiento y pleno ejercicio de sus derechos. Cada persona envejece de forma diferente, las condiciones que en el curso de vida nos afectan como individuos y como integrantes de nuestras comunidades.

La experiencia de esta crisis sanitaria nos plantea la imperiosa necesidad de avanzar hacia una sociedad más humanista, solidaria y colaboradora, que disminuya las desigualdades, garantice los derechos y sea capaz de ofrecer bienestar a todas las personas durante todo el curso de su vida, y que ofrezca a todos y todas, una vejez digna de ser vivida.

Las personas mayores no pueden ser con?nadas al encierro, al aislamiento y a la marginación, tienen que continuar siendo personas activas dentro de nuestra sociedad, pero, en el panorama de la nueva normalidad, esto sólo será posible en un contexto comunitario de solidaridad y cooperación que involucre en primer lugar al Estado como responsable de garantizar el ejercicio pleno de los derechos de las personas mayores, y, en segundo lugar, a la sociedad y las familias en su conjunto.

En esta nueva realidad es necesario impulsar una sociedad y comunidades amigables con las personas mayores, con una perspectiva de curso de vida y diversidad, que favorezca su participación activa, incorporando la experiencia que nos está dando esta crisis sanitaria.

Una sociedad incluyente basada en principios de: No discriminación. No estigmatización. Valoración de las personas mayores y su contribución actual y potencial a la sociedad. Dignidad, independencia, protagonismo y autonomía de las personas mayores. Participación, integración e inclusión plena y efectiva en la sociedad. Bienestar y cuidado. Seguridad física, económica y social. Autorrealización. Solidaridad. Apoyo intergeneracional. Buen trato y atención preferente.

Es necesario el fortalecimiento y creación de redes sociales de apoyo, de y para personas mayores. Impulsar la ampliación de espacios de trabajo digno y seguro para las personas mayores. Generar una nueva cultura de la vejez y el envejecimiento activo con bienestar, especialmente con la participación del sistema educativo nacional y los medios masivos.

Cuidar y pasar tiempo de calidad con nuestros abuelos y abuelas no debe ser una carga, Incentiva su desarrollo intelectual Invítalos a realizar actividades nuevas como aprender a usar nuevas tecnologías, Fomenta actividades sociales como ir a eventos culturales o artísticos, Lleva a cabo proyectos o comparte aficiones o momentos especiales con ellos. Trata de regalarle experiencias más que objetos. Evita darles preocupaciones o disgustos. 

Recuerda que su mejor satisfacción es la de ver a sus hijos e hijas, y familia en general, formarse en comunión y bienestar.

¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!

manuelramos28@gmail.com

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