Hitchcock acuñó el concepto de la anticipación como uno de los principales motores del suspenso en narrativa y el cine. El reloj de una bomba en cuenta regresiva puede brindar minutos casi inagotables de tensión. Aunque parece que todo está planchado en las candidaturas de la kilométrica campaña presidencial mexicana, las posibilidades de que surja alguna sorpresa en las encuestas harán que esta última semana se viva como una de las producciones del master of suspense. 

Si nos atenemos a lo que nos muestran los medios masivos, parece que se configura lo imposible: una oposición fortalecida y unificada alrededor de una candidata única, frente a un oficialismo que da señales de fractura e inconformismo en medio de campañas más cercanas al reality televisivo que a una contienda electoral en los formatos que estábamos acostumbrados a ver. Lo peor, nos quedan diez meses más de padecer una batalla donde todo vale y en la que no hay más alternativas que los dos extremos en pugna.

Esta semana, la fractura de Movimiento Ciudadano parece indicar que su fracción más poderosa, la de Jalisco, está más interesada en unirse al Frente Amplio por México que en seguir en la astuta indefinición que propugna su líder Dante Delgado. En la era del todo pronto ya, el latido del reloj desespera a quienes olvidan que la paciencia es una de las virtudes fundamentales de la política. 

La dinámica del reality político, sustentada en su fútil espectacularidad, enfrenta al México de dos realidades que se conectan y repelen a la vez: el país que aún brinda en todos los sondeos niveles de aprobación envidiables al presidente López Obrador, y por otra a una oposición feroz que no concede prenda alguna y que en su visión nos “rescatará” del autoritarismo, de una dictadura corrupta sin precedentes (aunque eso suene inverosímil). 

Sin miedo a reiterar, insisto: tendremos un año más para escuchar los mismos discursos día con día en todos los medios disponibles, digitales y convencionales. Ad nauseam nos van a bombardear con todo tipo de venenos para rechazar al adversario, al fifí o al chairo, para escoger entre los mismos de siempre o la esperanza (ambos ya se asumen como esta última). 

Lo visto en estas semanas de definición de candidatos dentro de los partidos, lo veremos potenciado hasta límites no imaginados porque el botín es mayúsculo. Hitchcock hablaba de una bomba bajo la mesa con el contador en 15 minutos. Los dos grupos contendientes al saltarse los plazos definidos constitucionalmente y nos darán más de 437.000 minutos desde el último destape hasta el día de la elección. Como galeotes seguiremos remando mientras el reality nos bombardeará a diario con su absurda inmediatez, sus ocurrencias y apocalipsis de bolsillo. ¿Qué hemos hecho para merecer esto?

Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com 

DAR

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