A la memoria del Dr. Carlos Biro.
La oposición en México navega terreno virgen. Conforme se acerca la definición de candidatas, tanto de Morena como del Frente Amplio por México, surgen dudas sobre el comportamiento esperado de los dirigentes de los partidos que lo conforman, sobre el posible surgimiento de nuevas candidaturas de oposición, sobre la solidez del proceso y encuestas que se avecinan, entre otros temas. Nada de esto debería sorprendernos.
Una elección primaria ideal requeriría de un padrón bien hecho y validado, y de la supervisión de un INE con atribuciones legales y presupuesto para organizar una elección primaria. Si a lo anterior le sumamos la injerencia de un gobierno autoritario que ansía dinamitar el proceso y que busca dividir a toda costa a la oposición, quizá lo que debe sorprendernos es que las cosas sigan avanzando, a pesar de todo.
Se discute mucho sobre la integridad o eficiencia de este complejo proceso, debatimos sobre qué les conviene más a los partidos y a sus dirigencias, y con frecuencia escuchamos posturas que aspiran a un actuar honesto e inmaculado que simplemente no existe entre mortales, y mucho menos entre políticos. Por ello, hay que imponerle un tamiz fundamental a todo lo que hagamos, critiquemos, pensemos o propongamos. Preguntémonos cuál es el propósito.
El único propósito es ganar la elección presidencial del 2 de junio. México no aguanta seis años más de ineptitud y de mediocridad, no aguanta más impunidad. México necesita de un liderazgo pragmático que consulte a los expertos, un liderazgo empático que sí escuche y se solidarice con el dolor humano, en vez de hacer chistes malos e inoportunos, un liderazgo que nos vuelva a unir a partir de objetivos comunes.
Viene la elección más grande de la historia. Más de 95 millones de mexicanos podrán votar para renovar más de 20 mil cargos federales, estatales y locales. El elemento indispensable para lograr una elección competitiva será tener arriba en la boleta a una candidata capaz de entusiasmar al electorado, capaz de sacar a millones de mexicanos a votar. Eso incrementaría exponencialmente la probabilidad de al menos tener un Poder Legislativo mucho más balanceado que impida que López Obrador logre hacer los cambios constitucionales con los que amenaza, que incluyen a la CFE, Guardia Nacional y, en forma alarmante, al INE. Con una candidatura presidencial competitiva, cabría la posibilidad de que Morena perdiera la mayoría en las Cámaras, incluso si lograra retener la Presidencia.
Si el propósito es ganar, es indispensable encontrar una candidatura que sea competitiva, y hacer que la oposición entera se alinee detrás de ésta. Es vital que sólo haya dos candidatas presidenciales en los comicios de junio. Es esencial que los partidos de oposición dejen de lado sus rencillas internas y los caprichos de sus líderes, que recuerden que primero va México, que nuestra democracia está en riesgo y que enfrentamos la coyuntura más decisiva en décadas. El único propósito debe ser ganar la elección y, por ello, todo aquello que no sume a ese propósito es energía y tiempo perdido.
No cabe la menor duda de que hay enorme talento que se ha mantenido al margen de Morena. Un Frente opositor le abre la puerta a un gobierno de coalición que tendrá una oportunidad histórica para convocar a los mejores, independientemente de filiación política o ideológica. Se abre la puerta al diseño de políticas públicas inteligentes al convocar talento. Pero esas propuestas de nada sirven si no se logra ganar. Éstas se quedarán acumulando polvo en algún librero, en vez de implementarse en un gobierno que esté a la altura de las necesidades de México y del momento histórico que vivimos. El único propósito es ganar la elección de junio.
En una nota aparte, es hora de que los hombres dejemos que las mujeres hagan política. El miércoles pudimos ver a dos políticas capaces de un nivel de integridad al que no estamos acostumbrados. Lo celebro por México.
@jorgesuarezv