Robustecido y contento, el Presidente quiso elogiar a Marcelo Ebrard después de su “derrota”. Sabemos desde hace tiempo que no era su preferido y vimos la cargada a favor de Claudia.
¿Qué esperaba el ex canciller? Difícil saberlo. Es más complicado conocer cuál es su plan. Dos opciones: crear una candidatura independiente, lo que sería un suicidio político porque hasta hoy no hay quien pueda reunir los recursos económicos y humanos para construir un proyecto sin partido (pregunten a Jorge Castañeda o a Pedro Ferriz).
El segundo y más probable es mudarse a Movimiento Ciudadano, bajo el cobijo de Dante Delgado, a quien le hace falta un candidato de la talla de Ebrard.
El lunes podremos confirmar lo que todo mundo sospecha: Ebrard irá en la boleta para presidente con MC. No tiene de otra.
Parte del problema es la estructura y el precio de la campaña.
Morena cuenta con dos o tres mil millones de pesos de presupuesto (legal) para invertir de aquí a junio. Si sumamos los dineros de PAN, PRI y PRD, pueden llegar a la misma cantidad. Claudia Sheinbaum va a tener el apoyo de 22 gobernadores y las secretarías de estado para completar la campaña más costosa de la historia.
Si cada gobernador moreno aporta en apoyos, artículos promocionales, espectaculares y algo de efectivo con unos 100 millones de pesos, Marcelo Ebrard quedará sepultado como sucedió en la campaña interna de las corcholatas.
¿Cuánto gastaron los afines a Claudia en una promoción que lleva más de un año en todo el país? Sin duda fueron decenas o cientos de millones entre espectaculares, acarreos y tiempo aire en todos los estados gobernados por Morena.
Por eso Marcelo no tuvo ni tendrá oportunidad de competir. Seguro que la campaña de Xóchitl Gálvez tendrá apoyos, pero todo apunta a que serán millones de ciudadanos quienes más aporten con su trabajo y enjundia.
La “Cruxada” política de la ingeniera tiene un motor que ningún dinero puede comprar: la voluntad ciudadana de entregar tiempo y esfuerzo a su cometido. En ningún otro lugar hay ese ideal ciudadano.
Porque esta será una campaña parecida a la del 2000, cuando Vicente Fox, con un presupuesto modesto pudo derribar a un Goliat forrado de dinero de Pemex. Francisco Labastida no tuvo oportunidad porque el gobierno operó como siempre con el PRI: dinero sin medida pero campaña sin espíritu.
Ebrard no ganará pero la gran pregunta es: ¿A quién le va a restar más votos, a Morena o al Frente? El Presidente, cuyo pecho muchas veces no es bodega, dice que Ebrard le va a quitar más votos al Frente porque las clases medias se identifican con él. Incluso se atreve a decir que Xóchitl podría quedar en tercer lugar. Segundo error. A pesar de todo lo que ha sucedido, no valora la renovada fortaleza de la oposición ni la de su líder empeñosa y carismática.
En Guanajuato la ruptura puede tener consecuencias. Malú Micher y su equipo romperán con Morena, debilitando su cuarteada formación.
Ricardo Sheffield ganó con la elección de Claudia. Su apoyo incondicional lo ubica como el único candidato posible.
El rompimiento de Ebrard es real y definitivo. Le tomaron el pelo frente a todos. ¿Qué pesará más en su alma, la lealtad a una causa amorfa o la sed de venganza política? La sucesión se pone interesante.
En los próximos días veremos cuántos leales tiene Ebrard en el Congreso, cuántos huirán del atraco corcholatero y cuántos le darán la espalda, como lo hizo su ex colaborador Mario Delgado.
Gsz