Para ese 25 abril de 1884, Walter Besant era un prolífico y conocido escritor de la era victoriana, quien en colaboración con James Rice había publicado a largo de casi una década una docena larga de novelas de ficción social y realista muy bien acogidas por lectores por entretenidas y accesibles. Besant tenía formación de matemático y había trabajado como profesor durante varios años en las colonias británicas, así que no parecía raro que escogiese como lugar para su conferencia la Royal Institution de Londres, una de las más prestigiosas organizaciones dedicada a la promoción de la educación y la investigación científica, pues además deseaba poner en debate la naturaleza de la ficción no sólo como un arte tan respetable como la pintura o la escultura, sino también esbozarla como una ciencia que a su vez respondía a una serie de normas o leyes universales, por lo que merecía ser abordada por métodos científicos.
Durante su exposición, que sería publicada muy poco después de la conferencia, mencionó Besant a dos escritores que admiraba: Henry James y Robert Louis Stevenson. El primero, ya había publicado entre otros Daisy Miller y Retrato de una dama. Besant define su obra como fascinante pero poco reconocida. Al segundo lo presenta como una de las grandes promesas de la escritura aunque hasta esa fecha había publicado apenas sus relatos de Nuevas noches árabes y La isla del tesoro, editada en forma de libro, con moderado éxito, el año anterior.
La discusión científica o académica que Besant buscaba despertar con esta presentación se enriqueció con dos textos de los autores antes mencionados. James respondería con un ensayo extenso (no podía serlo menos viniendo de él) que se publicaría en septiembre y octubre del mismo año en la Longman’s Magazine, donde presenta su visión de la novela y rebate entre otros aspectos de la creación literaria, la visión cientificista de Besant; además, elogia la novela de Stevenson.
Un par de meses después, en diciembre de 1884, Longman’s publicará el ensayo Una humilde reconvención con el punto de vista del autor escocés, quien difiere también de Besant, postula su afán de verosimilitud, y a su vez externa su admiración por el cuento El autor de Beltraffio de James, publicado en The English Illustrated Magazine a mediados de ese año. No obsta decir, que a partir de entonces James y Stevenson, que ya habían sido presentados años antes sin mayores consecuencias, mantendrían una rica amistad por correspondencia.
Los tres textos están disponibles en la edición prologada y cuidada por Álvaro Uribe en El arte de la ficción, editado entre otros por UNAM, disponible también en descarga digital.
Quizás para cerrar valdría la pena decir que Besant, cuyas ideas fueron brillantemente rebatidas por sus admirados autores, no dejó de ser un autor influyente: por esos mismos años de la polémica, un joven británico en Lahore, India, leía su novela All in a Garden Fair, la cual, como consignaría en sus memorias décadas después, le proveyó del ánimo necesario para iniciar con seriedad su carrera literaria. Aquel joven se llamaba Rudyard Kipling.
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