Hemos visto cómo los valores determinan las normas que rigen nuestro comportamiento. Las actitudes que tomamos ante diferentes situaciones en nuestra vida cotidiana se han estudiado muy profundamente desde la psicología nos explica cómo se manifiestan en tres tipos de respuestas:
Las respuestas afectivas, basadas en los sentimientos que hacen reaccionar a una persona y tomar una actitud en una situación determinada; Las respuestas cognitivas, basadas en las creencias y valores que una persona tiene como referencia en su vida. Las creencias que las personas tienen sobre sí mismas y el mundo que les rodea originan las actitudes; y Las respuestas conductuales, basadas en una dimensión más fisiológica, en el comportamiento que tenemos en una situación. Por ejemplo, una actitud positiva hacia un objeto permite predecir conductas favorables hacia él.
La importancia de definir los valores dentro de la realización de un plan estratégico. Los valores son convicciones profundas de los seres humanos que determinan su manera de ser y orientan su conducta. La solidaridad frente a la indiferencia, la justicia frente al abuso, el amor frente al odio.
Los valores involucran nuestros sentimientos y emociones: Cuando valoramos la paz, nos molesta y nos hiere la guerra. Cuando valoramos la libertad nos enoja y lacera la esclavitud. Cuando valoramos el amor y lastima el odio.
Los valores ocupan una posición central más importante que las actitudes dentro de la personalidad y del sistema cognitivo. “Las actitudes expresan valores” Los valores son creencias o convicciones de que algo es preferible y digno de aprecio. Una actitud es una disposición a actuar de acuerdo a determinadas creencias, sentimientos y valores. A su vez las actitudes se expresan en comportamientos y opiniones que se manifiestan de manera espontánea.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, con el mundo devastado, las naciones acordaron trabajar por alcanzar la paz en el mundo, sin embargo, los valores de la cultura de paz necesitan algo más que un decreto internacional y la responsabilidad por hacerlos realidad no es únicamente de los líderes mundiales, sino de cada ser humano que habita el planeta.
Ser distintos unos de otros, ser únicos por definición, es la causa de las creaciones humanas más bellas, aunque también es la razón de nuestras insatisfacciones, frustraciones y enemistades. La falta de comunicación y empatía agranda estas diferencias, pero el poder las hace peligrosas. Por ello, considerar los valores que proporcionan paz a las naciones y a nuestra sociedad es tan relevante.
¿Cuál es tu reacción ante personas que opinan lo contrario a lo que piensas? ¿Qué reacción tienes ante las personas más vulnerables? ¿Cómo te expresas sobre los grupos de personas que son distintos a ti?
Es verdad que la política tiene un gran peso sobre cómo se maneja el mundo, pero también es verdad que tú, tus hijos y tu familia son aquellos con quienes podemos construir los valores de la cultura de paz. La manera en que tratamos a los más vulnerables, a quienes piensan distinto o incluso contrario a nosotros, es el único y más poderoso recurso para cambiar al mundo. Es urgente ser buenos escuchas y tener argumentos sólidos para poder elegir.
Quizá creas que tu aportación al construir un ambiente de paz en tu hogar es mínima. Pero no es así. La paz es una llama viva que requiere especial atención en tiempos difíciles. Cualquier gesto en el que se distinguen los valores de la cultura de paz es inspirador y alimenta el anhelo que guardamos en el corazón, debajo de nuestros intereses propios e inseguridad. La paz genuina se alimenta de valores que solamente los seres humanos podemos dar a nuestros actos.
Cuando nos referimos a cultura de paz, estamos hablando de un conjunto de conocimientos, técnicas, estrategias, reglas y creencias que, se transforman en un modo de vida.
Los valores que hacen posible la cultura de la paz en cada uno de nuestros espacios de convivencia son: Comprensión, Justicia, Equidad, No discriminación, No violencia, Empatía, Compasión, Amor, Solidaridad, Respeto. Formar una sociedad con todos estos valores es una tarea titánica, imposible de dejar en manos de otros. Estos valores se aprenden en la primera infancia, con el ejemplo de papá, mamá, hermanos y familiares más cercanos. Al paso del tiempo, van permaneciendo en la personalidad de cada pequeño (a), haciendo que crezcan con los valores de la cultura de paz impresos en sus actos cotidianos.
Los valores de la cultura de paz se pueden seguir en cualquier momento, solo requieres un poco de conciencia en tus actividades diarias. Aléjate de la discriminación y la intolerancia, busca la justicia y la equidad. Actúa con buena voluntad, con generosidad y respeto. Y cumple con los compromisos que realizas.
¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!
manuelramos28@gmail.com
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