El pasado 2 de septiembre, los periodistas Natalie Kitroeff y Ronen Bergman, del New York Times, publicaron un extenso reportaje que revela información del caso Ayotzinapa proporcionada por la DEA. Gracias a que interceptó teléfonos celulares de mandos guerrerenses con el spyware Pegasus, la Administración de Control de Drogas reunió cerca de 23 mil mensajes de texto sobre la desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas el 26 de septiembre de 2014.
El reportaje confirma las tesis del Grupo Internacional de Expertos Independientes (GIEI). El Cártel de Guerreros Unidos detuvo a los jóvenes con la complicidad del Ejército y la policía (a quienes afirma “tener en la bolsa”). Un médico forense aparece como figura clave, pues su familia tiene una funeraria para cremar cuerpos. Los SMS, escritos en una lengua que desafía el sentido común y la gramática, demuestran que Guerreros Unidos temía la intervención de un cártel enemigo, Los Rojos, para apoderarse del trasiego de drogas a Chicago.
Los estudiantes no tenían que ver en el asunto, pero entre los autobuses que secuestraron para organizar un mitin en memoria de la matanza del 2 de octubre, se encontraba el “quinto autobús” detectado por el GIEI, acondicionado para llevar heroína a Estados Unidos. El Ejército y la policía se mantuvieron en permanente contacto con Guerreros Unidos a través del sistema de seguridad ciudadana C4. También la DEA siguió los acontecimientos en tiempo real gracias a los Blackberrys intervenidos.
Un dato esencial de la tragedia: el sistemático ocultamiento de la información. La DEA esperó hasta noviembre de 2022 para entregar la carpeta de Ayotzinapa al gobierno mexicano, pero su contenido sólo se dio a conocer hace unos días por el New York Times. Los reporteros que publican la exclusiva no se hacen una pregunta clave: ¿Por qué la DEA retuvo tanto tiempo la información? Además, los mensajes se detienen a las 19:45 horas del 26 de septiembre y se retoman a las 4:16 de la mañana del 27. Los momentos cruciales de la Noche de Iguala siguen ocultos.
Ciertas revelaciones ya se habían filtrado. En abril de 2018, el portal “Ejecentral” publicó un espléndido reportaje sobre el tema a cargo de seis periodistas: “La DEA ocultó la verdadera Noche de Iguala”. Los mensajes de texto que ahí se transcriben confirman que Guerreros Unidos confundió a los normalistas con miembros de una banda rival: “Senos metieron los contras kon los ayiosinpas y hubo un vergaseraaa”.
De acuerdo con “Ejecentral”, desde agosto de 2013 la DEA investigaba el flujo de drogas a Chicago. Guerreros Unidos era un cártel pequeño, pero dominaba una región donde se cultiva la amapola y donde laboratorios clandestinos producen “White China”, heroína tratada con fentanilo. Se calcula que de agosto de 2013 a junio de 2014 se trasladaron 200 kilos de heroína de Iguala a Chicago, equivalentes a ocho millones de dólares.
La DEA siguió el caso de Ayotzinapa sin hacer nada al respecto. Su único objetivo era desmembrar a Guerreros Unidos. Meses más tarde, el 9 de diciembre, tres de sus capos (Isaías Mandujano, Roberto Sánchez y Eliseo Betancourt Pereira) fueron detenidos en Chicago y sus socios estadounidenses (Pablo Vega Cuevas y Alexander Figueroa) en Oklahoma. Ese operativo no impidió que el cártel siguiera activo.
La información se ha convertido en una poderosa arma política. Como reacción a la evidente incapacidad del Gobierno mexicano, la DEA hace investigaciones secretas y las utiliza para fortalecer una estrategia de seguridad muchas veces unilateral. Por su parte, la fiscalía general de Estados Unidos pide que aumenten las extradiciones de criminales mexicanos con el fin de acceder a los datos que se obtienen a cambio de rebajar condenas.
La detención y liberación del general Cienfuegos en 2020 en suelo estadounidense y el fin de la Iniciativa Mérida en 2021 son síntomas de una relación asimétrica. México falla en su política interna y busca recuperar márgenes de soberanía en su política exterior.
En este clima de reconfiguración táctica, la DEA ha liberado documentos que comprometen al Ejército mexicano. No los usó cuando podían salvar vidas y llevar a la inmediata captura de culpables.
El tráfico de drogas tiene su espejo en el tráfico de información. La verdad no es un recurso de justicia: es una pieza en el tablero de los destinos cruzados.
Gsz