La política en el mundo, pero especialmente en México, es por lo general una actividad ingrata, frecuentemente cochina y raramente justa.
Los hechos lo confirman, por ejemplo, tan pronto surgió la Senadora Xóchitl Gálvez como la candidata del Frente Amplio le comenzaron a TUPIR con todo: le querían quitar su casa, le querían quitar su título de ingeniera, la pretendían despojar de su identidad indígena y -por supuesto- la colmaron de epítetos y descalificaciones.
Nada de esto extrañó, ella se defendió como pudo -con escasa ayuda de “su” Frente, debe decirse- y seguramente está preparada para que le sigan tupiendo sus “adversarios”, sobre todo cuando en el 2024 inicien las campañas. Del otro lado, del de Morena y la 4T, parece que están acostumbrados a tirar guamazos, pero no a recibirlos.
El propio señor López, agresivo, peleonero y bully, que usualmente en su mañanera agrede e insulta, pretende hacerla de mártir y afirma que es el Presidente más atacado desde Francisco I. Madero. (A Madero lo asesinaron, así que la exageración de este comentario resulta evidente).
Triste y lamentablemente esta característica de llevarse, pero no aguantarse, es una que la candidata de la 4T está mimetizando, junto con el lenguaje “copy-paste” del señor López. La señora Sheinbaum montó en cólera ayer y dijo cosas absurdas por el solo hecho de que ha sido acusada de EXACTAMENTE LO MISMO de lo que ellos acusaron a Gálvez: emplear citas de libros técnicos en su tesis (o informe, en el caso de la Senadora) SIN ATRIBUIRLOS.
Permítannos dejar claro que a este su escribano de banqueta le da exactamente igual quién gana o quién pierde en el 2024. De manera que señalar esta asimetría en lo que es poseer una abundante capacidad para repartir guamazos, pero una nula resistencia para recibirlos, no se debe a otra cosa más que a lo evidente: la PIEL tan DELICADA que parecen haber desarrollado los protagonistas del morenismo.
Esto aclaramos porque para nosotros la labor de análisis y crítica seguirá siendo la misma: nosotros no evaluamos a las personas, analizamos las decisiones de Gobierno de los servidores públicos. Nuestra actitud hacia el servidor público no cambiará, no hemos en 50 años de ejercer esta labor abandonado los principios democráticos y libertarios en los que creemos por una simpatía o antipatía personal hacia lo que es un actor temporal en el escenario político nacional.
No conocemos ni queremos conocer a las contendientes, de manera que si son “buenas gentes” o no, eso nos viene wilson. Lo que importa es: ¿Cómo gobernarán? ¿Qué decisiones clave tomarán? ¿Qué rumbo imprimirán al País? ¿Tendrán la capacidad de rectificar los errores? ¿Podrán combatir con efectividad la barbárica inseguridad que azota zonas importantes de México? ¿Crearán empleos? ¿Harán crecer nuestra economía? ¿Qué harán con PEMEX? ¿Cómo reanimarán nuestro maltrecho campo?
Para ser justos, diremos que AMBAS deben desarrollar -especialmente la señora Sheinbaum, quien muestra tener una piel muy delicada y toma como ofensa personal cualquier comentario en contra- una buena dosis de TOLERANCIA A LA CRÍTICA.
La política no es, y menos en México, una actividad para personas delicadas o sentidas que se ofenden por cualquier cosa, y atacan a diestra y siniestra cuando se dan por ofendidas, cosa que al parecer en algunos cuatroteístas es TODOS los días.
Un buen político es TOLERANTE, ecuánime, entiende que no es monedita de oro y que siempre habrá disensión en las democracias, porque sólo en las sociedades autoritarias se pretende homologar las formas de pensar o coartar la libertad de expresarse y de CUESTIONAR al funcionario público, a quien frecuentemente se le arrima la lumbre para ver si sabe aguantar.
Preocupa que el mostrarse tan sensibles a la crítica obedezca al hecho -lo cual sería más que lamentable, trágico- de que no entienden o no creen en la DEMOCRACIA. Es decir, que han sido aleccionados por su MENTOR, el señor López, a IMPONER una sola manera de pensar, a someter, y a violar y no a respetar nuestras leyes: han desarrollado una tendencia autocrática que sale a relucir a la menor provocación.
En el 2024, los mexicanos queremos elegir a una PRESIDENTA, jamás A UNA EMPERATRIZ. Quien pretenda serlo, que lo diga ya, para que los mexicanos sepamos a qué atenernos.