Cada 16 de octubre desde el año 1979 se conmemora el Día Mundial de la Alimentación, una celebración promovida por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con el claro objetivo de disminuir el hambre en el mundo, propósito que también busca la Agenda 2030 con su meta de hambre cero. Para 2023 el lema es: “El agua es vida, el agua nutre. No dejar a nadie atrás”.

Respecto al tema de la alimentación: actualmente más de 670 millones de adultos y 120 millones de niñas y niños (de 5 a 19 años) son obesos, y más de 40 millones de niños menores de 5 años tienen sobrepeso, mientras que más de 800 millones de personas padecen hambre, 1 de cada 3 mujeres en edad reproductiva padece anemia. Esto quiere decir que es el resultado de una combinación de dietas poco saludables y estilos de vida sedentarios debido a que ha disparado las tasas de obesidad, donde el hambre y la obesidad a menudo coexisten. Nuestro país se encuentra ahora en este grave riesgo.

Para celebrar el Día Mundial de la Alimentación: Elige productos locales, frescos como los que hay en mercados de agricultores. Respeta los alimentos, evita desperdiciar, congelando las verduras frescas, la carne y otros alimentos que se pueden almacenar durante largo tiempo.

Una alimentación saludable nos ayuda a tener un buen estado de salud, a sanar o realizar procesos de recuperación, a combatir enfermedades e infecciones y a evitar enfermedades crónicas degenerativas causadas por la obesidad. Mantener una dieta saludable durante toda la vida, no sólo para prevenir la desnutrición, sino también para evitar la aparición de las enfermedades crónicas no transmisibles, como la diabetes, la hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares e incluso el cáncer.

Los alimentos que componen una alimentación saludable son las verduras y hortalizas, las frutas, los cereales integrales, el aceite de oliva, las legumbres, los frutos secos como las nueces, los pescados y mariscos, los huevos, los lácteos y las carnes blancas. Todo ello, condimentado con hierbas aromáticas y especias. Y para poder hacerlo es fundamental seguir las leyes de la alimentación. De acuerdo con la OMS, la alimentación debe ser suficiente, variada, completa, equilibrada, adecuada e inocua.

También la seguridad alimentaria es un pilar de la paz y la seguridad internacionales en la medida en que contribuye a prevenir, mitigar o estabilizar los conflictos y a su vez la falta de alimentos puede contribuir a iniciarlos junto a otros factores.

El maíz y el trigo tienen un profundo simbolismo cultural en diversas partes del mundo debido a su importancia histórica, agrícola y alimentaria. En muchas culturas, el maíz se asocia con la fertilidad de la tierra y la prosperidad. Es originario de América y ha desempeñado un papel central en la cultura de muchas sociedades latinoamericanas durante siglos. Es un alimento básico en países como México, donde se utiliza para hacer tortillas, tamales y una variedad de platillos. El maíz también tiene un significado ritual en muchas comunidades indígenas de América Latina. Antes de la llegada de los españoles, el trigo no era conocido en Mesoamericana y la mayor parte de los alimentos se preparaban con maíz.

El trigo llegó desde los inicios de la Conquista. Cuentan que en México lo trajeron los soldados de Cortés y que, en 1520, un esclavo negro encontró tres granos de trigo en el fondo de un costal y los sembró en un huerto en la Ciudad de México, de lo que obtuvo 186 granos. Otra versión nos dice que algunos soldados invasores lo sembraron al asentarse en tierras mexicanas. Sean o no ciertas estas anécdotas, el trigo se empezó a producir rápidamente en nuestro país y el pan comenzó a ser parte de la vida cotidiana.

Con la introducción del trigo llegaron nuevas formas de alimentación y mestizaje: trigo y maíz se combinaron para dar parte a mucho de lo que hoy comemos cotidianamente. Los productos asiáticos, europeos y americanos se combinan felizmente haciendo pervivir formas milenarias con modelos culturales propios. Puede ser un ejemplo de convivencia entre culturas y enriquecimiento con la diversidad. Un buen mestizaje puede ser factor de paz. Hoy se consumen hasta tortas de tamal.

Dado que la paz no es la simple ausencia de violencia, sino que requiere además de medidas y acciones que la consoliden a largo plazo, es coherente argumentar que la protección de la seguridad alimentaria es un complemento esencial, que no único, de la consolidación de la paz y por tanto cabe situarla como factor sostenible de paz y seguridad internacionales. “la paz positiva requiere construir y fortalecer los factores que la fomentan; entre estos factores están los que permiten la paz cotidiana y otros factores más sistémicos como el acceso a los alimentos y al agua potable, la distribución equitativa de los recursos, el buen funcionamiento del aparato institucional.

La actual Relatora Especial de Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, en uno de sus últimos Informes oficiales hace referencia a esta vinculación, al afirmar que “la eliminación del hambre y la malnutrición es indispensable para una paz mundial sostenible”.

¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!

manuelramos28@gmail.com

DAR

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *