Algunas veces las campañas políticas hacen que gente perfectamente decente hable y actúe como perfectos bufones.

Tony Snow

La campaña supuestamente no ha empezado, pero está teniendo lugar abiertamente ante un INE que prefiere cerrar los ojos. Claudia Sheinbaum es la puntera y ha asumido como estrategia repetir las posiciones del presidente.

Este 15 de octubre dijo en Tabasco: “El poder ejecutivo se democratizó, se transformó; como ejemplo, el presidente López Obrador y lo que ha hecho, su cercanía con el pueblo. El poder legislativo se transformó, aquí tenemos a Mario Delgado, que fue coordinador del Congreso en el primer trienio, ahí puede decir cómo se acabaron los moches. Pero nos falta democratizar el poder judicial”.

En ese acto en la tierra de López Obrador la candidata afirmó que busca lograr una mayoría calificada en el Congreso para que el presidente “pueda mandar una reforma al Congreso para que jueces puedan ser electos por el pueblo de México, los ministros de la Suprema Corte puedan ser electos por el pueblo de México. Entonces sí se va a quitar la sombra de la corrupción, y se va a quitar la sombra del fraude y la antidemocracia en nuestro país”.

Parece increíble que una persona inteligente pueda pensar que si los jueces, magistrados o ministros son electos por voto popular se pondrá fin mágicamente a la corrupción. Si así fuera, hace ya tiempo que habría terminado la corrupción en nuestro país, porque hemos venido eligiendo a presidentes, gobernadores, presidentes municipales, senadores y diputados desde hace décadas. El voto del pueblo no es un antídoto.

La corrupción es un fenómeno complejo y difícil de derrotar. Uno de los mejores remedios es contar con jueces independientes, que puedan tomar decisiones justas aun frente a las presiones de los políticos y los poderosos. Elegir a los jueces por voto popular, como el resto de los políticos corruptos, de nada servirá.

El presidente ha lanzado una campaña brutal contra la independencia del poder judicial a partir de que su amigo Arturo Zaldívar dejó la presidencia de la Suprema Corte y que los ministros se negaron a elegir para el cargo a Yasmín Esquivel, acusada de plagio en sus tesis de licenciatura y doctorado. La campaña es una venganza contra los ministros por haber rechazado decretos y leyes del presidente. Pero era imposible no hacerlo. La manera, por ejemplo, en que el mandatario y sus incondicionales en el Congreso aprobaron el llamado plan B de reforma electoral fue abiertamente ilegal. Incluso los militantes de la 4T, como Ricardo Monreal, advirtieron de la inconstitucionalidad de muchas de las medidas. Para las votaciones el presidente ordenó que se violaran los procedimientos parlamentarios. Una Corte imparcial no podía avalar esas faltas al proceso legislativo.

El presidente ha descalificado a ministros, magistrados y jueces. El subsecretario de seguridad, Luis Rodríguez Bucio, los ha exhibido y cuestionado por haber tomado decisiones conforme a derecho. El coordinador de los diputados de Morena ha anunciado la extinción de fideicomisos del poder judicial, lo cual ha generado protestas de los trabajadores. Quiere impulsar también un recorte al presupuesto para asfixiar a este poder autónomo.

Lamento que una mujer inteligente como Sheinbaum se haya unido a esta campaña. A ella, como a todos los ciudadanos, nos conviene gozar de la protección de un poder judicial independiente. No dudo que haya actos de corrupción de algunos jueces, como hay corrupción en el gobierno y en el legislativo. Pero esta no se combate con revanchas, sino con políticas públicas adecuadas. 

Ayudantía

Antes de este gobierno, Alberto Becerra trabajaba como maestro de una escuela de baile, pero entró a la ayudantía de AMLO y ha ascendido con gran rapidez. Ahora será director del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, con un sueldo de 171 mil pesos mensuales. Decenas de altos funcionarios han llegado desde la ayudantía a puestos muy bien remunerados sin conocimientos adecuados. Eso también es corrupción. 

 

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Gsz

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