La semana pasada, con su aquiescencia, apareció el presidente nacional de la Canaco Servytur, Héctor Tejada Shaar, en la lista de encuestados de posibles candidatos de Morena para contender en Guanajuato por la gubernatura del Estado. Ya desde antes se sabía que el líder de la Canaco andaba muy entusiasmado porque el exsecretario de Gobernación le había hecho un guiño, alentándolo a participar en la realpolitik; este creyó escuchar el canto de las sirenas y dio un paso al frente.
Su intentona de hacer un salto de trapecio levantó una abrumadora andanada de críticas por parte de tirios y troyanos. Alejandro Arena Barroso, presidente de la Canaco León, advirtió que “estando al frente de la cámara, es algo que no está permitido, aunque apenas se trate de una medición que forma parte del proceso interno de Morena para designar a su candidato”.
En fin, es raro, pero en Guanajuato, especialmente en León, existe una constante atracción entre el poder político y económico. Gobernadores y alcaldes pronto seducen a los empresarios en turno, invitándolos a la corte palaciega de sus favoritos. Los líderes empresariales, dueños de empresas y altos ejecutivos, a menudo sienten una fuerte atracción hacia el poder político. Está claro que el perfume del poder los seduce de manera que, en ocasiones, líderes de cámaras se convierten en voceros oficialistas, conspicuos y genuflexos aplaudidores del gobierno en turno, en lugar de ser acuciosos interlocutores de su gremio.
Recordemos que en la política concatenan todas las pasiones humanas. Más pronto que tarde aparecen las ambiciones personales, los egos, los círculos de poder, los privilegios que luego se revuelven en las turbias aguas de los excesos e intereses personales. La falta de compromiso, la carencia de valores y principios y la frivolidad de algunos, los lleva a satisfacer su ego agigantado por las finas fragancias del perfume del poder político.
El poder de los organismos cúpula también afecta de una manera cierta y definida a los que lo ejercen sin valores y sin mística de servicio, porque no están preparados para ello; así las cosas, los reflectores, la adulación, el sentirse influyentes y el continuo roce con altos y poderosos funcionarios, genera adicción por el poder político. “¡Esos gallos quieren maíz!” decía Porfirio Díaz.
Por supuesto, la mitología griega está plagada de estos personajes que son víctimas de su soberbia y vanidad, como Ícaro, quien gracias a unas alas fabricadas con plumas y cera creyó que podía volar tan alto como los dioses y tocar el Sol. Pero su arrogancia fue castigada y el Sol derritió la cera de las alas de Ícaro, de modo que el altivo joven cayó al mar y desapareció para siempre…
Los que no soportan el poder sufren por la necesidad de recibir halagos hasta la sensación de sentirse elegidos para llevar a cabo una misión trascendental y acaban viendo a los demás por arriba del hombro, sintiéndose por encima del bien y del mal, y con aires de superioridad moral piensan que son los elegidos para gobernar un pueblo.
Como anécdota, entre otras muchas que se podrían narrar de empresarios representantes de cámaras, que con actitudes genuflexas y serviles usan como trampolín a los organismos cúpula, está un expresidente de la Cámara de la Industria del Calzado de León, luego diputado, que afirmaba que el Gobernador era como el padre de los diputados y por esa razón no debían pedirle cuentas.
“El hijo no le pide cuentas al padre”. ¡Imagine usted el nivel de abyección y sumisión! Otro de estos trapecistas es un expresidente de la CMIC, que a menudo la hace de Celestina y ofrece conseguir votos y bendiciones del arzobispo a cambio de un hueso, aunque fuera de “reina de la primavera”… Seguramente usted lo identifica plenamente.
Es cierto que el Estado necesita de los empresarios, pero en su rol empresarial, no de aprendices de políticos. Tan es así que apenas fue promulgada la Constitución de 1917, el Estado buscó la institucionalización de sus interlocutores; para eso promovió la organización de las dos grandes confederaciones: La Concanaco (1917) y la Concamin (1918).
Pero cuando se empieza a intimar y se rompe la sana distancia, puede dar lugar a una falta de transparencia y arreglos bajo el puente. La desmedida cercanía de los líderes empresariales con el poder político, se transforma en amores lascivos que entrañarían contubernios y beneficios, por encima de los intereses públicos e institucionales. Por fortuna León también ha tenido líderes que han sabido hablar fuerte y claro a las autoridades, pero otros han sido serviles y cortesanos…
La representación empresarial es para servir, no para servirse; es pasión, no sumisión; es negociación, no claudicación; es vocación, no tentación; es compromiso, no traición; es entrega, no beneficio. Pero por desgracia, el poder es la droga más poderosa que puede probar el ser humano, algunos no pueden vivir sin esa adicción…
Algo tiene el perfume del poder que, quienes disfrutaron su fragancia no vuelven a ser los mismos…