Orphanos proviene del griego y fue adoptado por el latín de manera casi literal, orphanus, para definir a quien había perdido a sus padres, como a su vez a quien fuese privado del algo que poseía y apreciaba. Está emparentado con orbus y sus derivados, que designaban también a quien había perdido o había sido privado de sus hijos o de algo muy valioso. Curiosamente, la palabra en alemán Arbeit (trabajo) procede de la misma raíz, según refiere Treviño Rodríguez. 

Hablamos de la pérdida, del dolor que ésta entraña, y la forma en que la literatura brinda la oportunidad de fijar el recuerdo de nuestros seres más queridos: Me duele escarbar en esos días del triste telón. Pero me pesa más la desmemoria, no saber quién fui yo mientras atestiguaba el descenso. 

Novela íntima, personalísima, Últimos días de mis padres constituye una pieza autobiográfica de gran factura, no sólo por la diafanidad, calidez y precisión de su lenguaje; Quiero recuperar, tal vez por doblegar el tiempo, por tenerlos conmigo, lo que pueda ser salvado de la indecencia de morir viejo en un hospital y no en una casa como debiera ser. Quiero rescatar del desagüe la manera en que los hijos competimos por su amor aun a su muerte. Quiero la imagen que los padres nos devuelven de nosotros mismos: su ojo que repara en nuestras gracias y torpezas. Quiero ser redimida por el recuerdo de quien ellos decían que era yo. 

Estas intenciones de la narradora, plasmadas desde las primeras líneas otorgan un poder místico a ese gran instrumento, la novela, como arma ontológica: somos la memoria propia y la de los seres que amamos, de sus recuerdos que como legado hacen parte de los nuestros. Y aún así sólo a través de la escritura podemos burlar de forma también fugaz aquel olvido que seremos, para traer a colación otra novela emanada del entorno familiar que se emparenta de forma ineluctable con el trabajo de Lavín. El treno por la pérdida de quienes amamos, mas el rescate simbólico de su paso por el mundo. 

Tras rebasar como Dante la mitad de la vida, (que para su época equivalía a los 35 años y para la nuestra lo estimo en los 50) se halla uno como el perro que entró en la iglesia y al cruzar la mitad de ésta ya va de salida. Es decir, empieza uno a vislumbrar y, por qué no, ansiar ese buen final que honre la buena vida, como lo pregonaba Petrarca. Creo que en Últimos días de mis padres subyace mucho de esto, recordar el final de quienes nos precedieron para de manera sabia, sin grandilocuencia ni pánico, prepararnos para el momento en que como dijo el poeta, podamos ver qué hay más allá de la curva en el camino. Un libro indispensable en la era que pregona la eterna juventud y la desmemoria.   

Mónica Lavín estará de visita el próximo fin de semana en Irapuato en el marco del 4to Festival Internacional de Literatura FESIL 2023. Podrán escucharla comentar este libro el próximo sábado, 28 de octubre, a las 12:00m en la Casa de la Cultura del Centro y a las 5:00pm en el Foro del Centro Regional de Expresión Artística CREA. En ambos casos la entrada es libre.

 

Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com

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