En 2018 el país no necesitaba de una segunda vuelta, el presidente López Obrador ganó con el 53.19 % la votación. En 2024 tampoco tendremos ese diseño democrático de que el ganador llegue con más de la mitad de los votos. Pero no estaría mal planear este método para el 2030.

Ayer en Argentina la elección inicial dejó dividido al electorado. El oficialista Sergio Massa, obtuvo el 36.62 % de la votación. El dramático libertario de ultraderecha, Javier Milei, obtuvo el 30.02 % y la candidata de centro, Patricia Bullrich quedó en tercero con 23.83%.

Como nadie obtuvo más del 40 % y 10% de ventaja sobre el seguidor, la elección se va a una segunda vuelta o “balotaje”, entre Milei y Massa. Los argentinos tendrán que decidir entre más de lo mismo o un salto arriesgado a la derecha radical, donde todo lo propuesto por Milei suena a rompimiento brusco y doloroso hacia la dolarización, la extinción del Banco Central de Argentina y un achicamiento abrupto de su gobierno.

Para el ciudadano, agobiado por la inflación y el empobrecimiento de la mayoría, no hay decisión fácil. José (Pepe) Mujica, ex presidente de Uruguay, dice que si llega Milei, Argentina puede convertirse en un país totalitario al estilo nazi, como sucedió en Alemania después de la gran inflación de los años 20.

Argentina está descompuesta como un camión sin frenos, con motor al que no le funcionan todos los cilindros y con un chasis a punto de desbaratarse. Llevan años así. Los Kirchner, Néstor y Cristina, gobernaron con el tradicional populismo de Domingo Perón. De izquierda, pero muy corruptos, entregaron riqueza de obras a prestanombres y quebraron al país. Nestor falleció y le siguió Cristina, como fue un desastre, llegó un centroderechista llamado Mauricio Macri. Pidió dinero prestado para enderezar el barco y al final las cosas no funcionaron. Regresó Cristina como vicepresidenta con Alberto Fernández de presidente.

Tampoco funcionó. El peso se devaluó un 300 % y la inflación llegará este año al 130 %. Ese 30% que ayer votaron por Milei son los desesperados, sobre todo la clase media que se hunde sin apoyo, y los empresarios, quienes no pueden salir adelante por la locura que es el sistema fiscal y de cambios.

Argentina podrá salir adelante sólo con un golpe de choque, al estilo de Ernestos Zedillo en 1995 en México. Establecer una unidad como los Udis, subir las tasas hasta el cielo y pasar por una recesión. Todo con un ajuste fiscal que impida el crecimiento desorbitado de precios. Nadie lo acepta.

¿Quién lo hará?

Milei puede llegar a la presidencia si convence a los conservadores de centro derecha que quedaron en tercer lugar; puede encender la esperanza de que es posible llevar a Argentina a los niveles de bienestar de  países europeos como Francia, que es su promesa.

Argentina es un país rico pero muy mal administrado. Con el dinero que tienen fuera, saldrían del hoyo en poco tiempo. Sin embargo, solo el dólar como moneda corriente ayudaría al paulatino regreso de esos capitales golondrinos.

Massa, quien es ministro de Economía, tendría una deuda impagable si no hay regreso de capitales. Hay estimaciones de que los argentinos tienen más de 300 mil millones de dólares en cuentas e inversiones en el extranjero, la misma cantidad que tienen de deuda nacional. Con ese dinero podrían pagar todas sus deudas y obtener recursos suficientes para convertir a su país en la potencia que alguna vez fuera, antes de la llegada del populismo peronista. 

Gsz

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