Las tragedias y desastres siempre han brindado a los mexicanos la oportunidad de mostrar su naturaleza solidaria y fraternal.
El huracán Otis inundó calles, arrancó árboles, puertas, ventanas, techos, sumergió automóviles, cortó las carreteras, accesos aéreos y la comunicación telefónica e internet, además de la electricidad y redes de agua potable, generando un desastre humanitario y económico. Al momento, se reportan 48 muertos y otro tanto de desaparecidos.
Los huracanes son de los fenómenos atmosféricos más violentos de la naturaleza. Otis es un ejemplo palpable de su letalidad, que pasó de tormenta tropical a huracán de categoría 5 en solo unas horas, causando daños devastadores, el más fuerte del que se tiene registro. Expertos de Greenpeace México aseguran que todo esto es “la materialización del cambio climático”.
Con el oportunismo característico de algunos políticos, que lucran con el dolor ajeno, propalan versiones imprecisas sobre los sucesos, envían fotos que no corresponden a la realidad ni a los hechos referidos y hacen cualquier cosa que distorsione el presente y ensombrezca el futuro. Todo lo anterior dista mucho de tener una sana intención de informar y aportar o sumar; al contrario, pretende desestabilizar, llevar agua a su molino, dañar electoralmente a su adversario y sugerir que ellos lo hubieran hecho mejor.
Por lo pronto el ex presidente Vicente Fox, con su protagonismo y lenguaje lépero que lo caracterizan, ya salió al balcón a vociferar: “No me queda más que decirles que chinguen a su madre a todos los que nos gobiernan y militares. Resuelvan Acapulco”. Es lamentable que un expresidente de México se exprese de esa manera tan soez. También, es sorprendente que el expresidente no ofrezca ayuda a los acapulqueños de parte de su fundación “Vamos México”, que recibió aportaciones millonarias de empresarios potentados cuando él era presidente, “porque iba a hacer mucho bien cuando dejara la silla del águila”. Poquito que devolviera a los damnificados en ayuda económica haría mucho bien.
Por su parte el expresidente Felipe Calderón desde su escondite en España, por miedo a que lo salpique el caso García Luna, protegido por su patrón el dueño de Iberdrola, se vio obligado a borrar mensajes que envió con información falsa sobre Acapulco. El periodista Héctor de Mauleón le dijo que sus mensajes difundidos en redes eran falsos. “Antes de que empiecen con conclusiones distorsionadas, te digo que: ‘sí es totalmente posible llevar ayuda a Acapulco sin ningún problema’, dijo de Mauleón. Y las redes sociales encararon a Calderón: “Es muy cómodo enviar mensajes desde tu residencia en España. ¡Ven a México, a ayudar, o manda algo de lo que te llevaste!
En el turbio mundo de la política es común encontrarse con aves de mal agüero de pensamiento fatalista y mal intencionado, que disfrutan siendo emisarios de malas noticias, contagiando así a unos y otros de temores y visiones apocalípticas; y de esta manera van difundiendo el miedo con murmuraciones que eclipsan la luz del pensamiento y enferman el ánimo. El fatalismo de Moctezuma de que Cortés era un enviado de los dioses para arrebatarle su imperio fue el factótum de la caída de Tenochtitlan.
De manera metafórica, se podría comparar la génesis de los pensamientos como una radiante explosión de colores vivos. Asimismo, podría decirse que los fatalistas conciben sus pensamientos bajo un sombrío matiz negro, en la tenue luz de una esperanza que se desvanece. Para salir de cualquier crisis, personal o colectiva, es condición sine qua non superar el pensamiento fatalista y dejar atrás las ideas catastrofistas y oscuras, con las que gozan los políticos de pacotilla cuando se trata de atacar al gobierno en turno.
“La felicidad reside en la calidad de los pensamientos,” decía el filósofo Marshall McLuhan. El motor del ser humano es la esperanza, el deseo y el optimismo; es decir, pensar con luz y colores. Lo contario, el pensamiento negro, genera miedo e inmovilidad, es autodestructivo, muy explotado por políticos y algunas religiones. La economía está íntimamente ligada al tipo de pensamiento prevaleciente en los diferentes estratos sociales; por lo tanto, estos que ven todo mal de lo que sucede en México, están escupiendo para arriba con su pensamiento fatalista. Quieren que le vaya mal a México, para convalidar su narrativa apocalíptica.
Ya inician las campañas y el oportunismo de muchos políticos no les da más que para lanzar furibundas críticas, que por desgracia nunca evolucionan a propuesta alguna; por lo tanto ¡que no lo sorprendan! el miedo será la herramienta obligada para manipular al tirano pensamiento negro, que les abre un espacio para presentarse ante el electorado como la “única opción de salvación”.
Acapulco saldrá adelante, todas las dependencias del Estado mexicano están abocadas a su reconstrucción, el plan de 20 puntos que presentó el Presidente es muy ambicioso. Aléjese de las aves de mal agüero, le hacen daño, tenga pensamientos felices, que cambian el entorno y mejoran su salud mental.
“Hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas:” Charles Chaplin.