Los dedos hablaron: Guanajuato tendrá seguramente nueva gobernadora el próximo año, ya sea del PAN, Libia Dennise García, o de Morena, Alma Alcaraz. La primera, presentada por el gobernador Diego Sinhue como su ideal sucesora, sorteó la oposición de la alcaldesa de León, candidata de Miguel Márquez, gracias a la millonaria y mente(sobre)facturada inversión en publicidad y eventos a costa de la Secretaría de Desarrollo Social y Humano, que por estos días en León nos dio una nueva muestra de músculo acarreador y repartidor de lonches y souvenirs.
El proceso que designó a Alcaraz, es tan curioso como voluble. Nadie la consideraba favorita de una cuarteta conformada además por Ricardo Sheffield, Ernesto Prieto Ortega y Antares Vázquez. Con una trayectoria gris dentro del partido, por decir lo menos, resultó favorecida por el criterio de género, que borró de un plumazo las aspiraciones de Sheffield y Prieto, quienes en la encuesta ocupaban los primeros lugares en intención de voto. Este criterio, aplicado con la misma salomónica destreza, sacó de la carrera a Omar García Harfuch por la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.
Lo que nadie veía venir, creo, fue el ejercicio abstruso de estadística de la encuesta: en la pregunta directa por el mejor candidato para Morena, Alcaraz superó por 16 puntos a Vázquez, una candidata con mayor trayectoria y trabajo de bases. ¿Estarán satisfechos todos los participantes con el sistema de elección? ¿Es una muestra más de las recónditas posibilidades de la estadística? ¿Jalarán todos parejo en una campaña que desde ya se prevé onerosa y rastrera?
Porque las fuerzas en contienda emplearán todos los recursos posibles para mantener su feudo o arrebatárselo a su principal adversario. El PAN lo sabe y tiene apartados buena parte de los espectaculares que depauperan el paisaje de las principales carreteras del estado. No puede darse el lujo de perder otra joya de la corona; de que se vulnere con la entrada de otro partido el pacto de impunidad que tanto trabajo ha costado sostener a lo largo de cuatro sexenios.
Por los lados de Morena veremos si la marca pesa lo suficiente como para arriesgarla con una candidata tan poco conocida. Me causa curiosidad cómo van a articular su discurso en un estado donde ha calado la etiqueta de que son “un peligro para México”. Cómo se relacionará el mensaje de la candidata a gobernadora con los de sus copartidarios en las elecciones municipales y de congreso estatal. ¿Aflorará el hartazgo contra el partido de gobierno? ¿Existe realmente ese hartazgo y será posible que se vuelque en las urnas el año entrante? Tras despejar el interrogante de las candidatas, afloran muchas nuevas preguntas, para añadir una al panorama estatal: por qué no surge otra alternativa viable a este choque de trenes.
Alea jacta est, dijo Julio César, los dados se han lanzado y en los meses por venir veremos a quiénes favorecerá la suerte.
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