La oportunidad para cambiar al país no viaja en coche, ni siquiera en bicicleta; va a pie por las calles y las plazas, envuelta en la fraternidad cercana de ciudadanos con un fin común. 

Si la oposición quiere rodar sus aspiraciones en automóvil, lo más que logrará será hacer ruido con el claxon. Nada comparable con la musicalidad de múltiples voces que griten a coro sus aspiraciones.

La experiencia está ahí, grabada en las manifestaciones sobre ruedas del movimiento FRENAA (Frente Nacional Anti AMLO). Pocos recuerdan a Pedro Martín Bringas o a Gilberto Lozano, quienes organizaron caravanas de vehículos en contra del Presidente. Hoy su lucha es lejana e infructuosa. En cambio las marchas para defender el INE; la marea rosa de ciudadanos que salimos a la calle para apoyar nuestra institución electoral, tuvieron un impacto directo en el ánimo nacional.

Por más que el gobernante y sus vocingleros quisieron contar la mentira de que éramos unos cuantos, la verdad se vio en avenidas llenas de personas que no fueron acarreadas, que no fueron alimentadas con un lonche y premiados con billetes.

Los partidarios del Frente Amplio por México no deben perder la brújula con caravanas de metal. Necesitan pies, manos y voces abiertas; necesitan líderes apasionados con magnavoces que griten fuerte los ideales de un México que no quiere ser el país de un sólo hombre, que quiere vivir en el presente y el futuro y no en el pasado autocrático.

Celebramos que personas comprometidas como Hugo Villalobos González encabecen la unidad política de diversas corrientes, de múltiples historias políticas. La unión del PAN, PRD, PRI y la sociedad civil es un hecho inédito de voluntades que confluyen en una idea fundamental: democracia e instituciones sólidas para nosotros y las nuevas generaciones.

Existe un miedo natural a que la participación no sea masiva como lo fue en la época en que Vicente Fox llenaba la plaza con la promesa de “sacar al PRI de Los Pinos”, de terminar con la época de un sólo partido. Con una buena organización, con cadenas de participación y dando tarea a vecinos de todas las colonias, de todas las ciudades de todos los estados, el FAM puede llenar cientos de plazas.

La marea rosa crecerá si los ciudadanos van tomados de la mano. Más vale la presencia de pocos en un mitin que una caravana de mil autos. Las rodadas tienen el estigma de ser solo para quienes tienen auto, moto o bici, para ciudadanos que prefieren ir acomodados en su vehículo y no cargando una lona o una pancarta.

Si Morena imita la formación cubana de los “comités de defensa de la revolución” con sus comités de la defensa de la 4T, el Frente debe proponer la constitución de representantes ciudadanos por zona en la defensa de la democracia y la libertad. Hay que empoderar a miles o a decenas de miles de líderes ciudadanos.

No sabemos lo que opinen los expertos en campañas o los mercadólogos de la política pero una caravana puede ser contraproducente. Segmenta en lugar de unir, clasifica en lugar de aglutinar a todos quienes saben el peligro que representa volver al pasado.

Para contender en una elección de Estado, con los dados cargados, para contrarrestar el voto de Morena, se necesita sangre, sudor, lágrimas y cayos.

Sabemos que Xóchitl Gálvez se repondrá de tropiezos, fallas y la andanada de miles de bots contratados desde las tinieblas del poder, pero su fuerza será más grande si va acompañada por marchas de millones de ciudadanos a pie. 

Gsz

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