En marzo tenemos resuelto el problema de la salud pública. Vamos a tener funcionando el mejor sistema de salud pública del mundo”. 

Andrés Manuel López Obrador

 

El presidente López Obrador no se ha cansado de prometer que tendremos un sistema de salud como el de Dinamarca o el de Canadá, incluso mejor. Según Animal Político lo ha ofrecido 39 veces, la primera en 2018, aunque ha venido postergando la fecha. En enero de 2020 lo prometió para diciembre de ese año, después para fin del sexenio. Ante el desabastecimiento de medicinas declaró el 25 de noviembre de 2021: “Dejo de llamarme Andrés Manuel si no se distribuyen medicinas”. La escasez continúa, sin embargo, y el presidente no se ha cambiado el nombre. Este 21 de noviembre afirmó que el prometido sistema de salud llegará en marzo de 2024, solo que ya no será como el de Dinamarca: ahora será “el mejor sistema de salud pública del mundo, aunque se burlen mis adversarios”.

Burlarse del sufrimiento humano es inaceptable, pero también mantener una ficción absurda. La salud pública es quizá el mayor fracaso de este gobierno; lo peor es que se debe a una increíble serie de “autogoles”, como ese que dice el presidente se metieron los argentinos a sí mismos al elegir a Javier Milei.

El autogol original fue la cancelación de las compras consolidadas de medicamentos por el IMSS. AMLO dijo que había corrupción, aunque hasta la fecha no ha presentado una sola denuncia. En otros casos, como el de las estancias infantiles, utilizó la supuesta corrupción como excusa para cerrar los servicios. Afortunadamente no trató de clausurar el IMSS, pero sí encargó las compras primero a la Oficialía Mayor de Hacienda, después a la UNOPS, más tarde al INSABI y ahora al IMSS-Bienestar. Ninguno tenía experiencia, todos fracasaron en la tarea. Hasta la fecha el desabastecimiento de medicinas sigue siendo superior al que había antes del inicio de este gobierno.

El presidente ha mostrado su ignorancia sobre el tema al decretar que ya no se contratarían empresas de distribución de medicamentos. Argumentó que, si es posible llevar refrescos y papitas hasta la punta del cerro, así de fácil debe ser distribuir medicamentos. Le encargó la tarea al ejército, que fracasó en el intento. Al final ha sido necesario contratar a nuevas empresas de distribución, pero con contratos opacos que promueven la corrupción.

Otro autogol fue la cancelación del Seguro Popular. Con su habilidad para inventar frases pegajosas, AMLO se burló diciendo que este no era “ni seguro ni popular”. Lo único que logró, sin embargo, es dejar a millones desamparados; la población sin acceso a servicios de salud pasó de 20.1 millones en 2018 a 50.4 millones en 2022, según el Coneval. En 2020 creó el Instituto de Salud para el Bienestar, el INSABI, y se lo encargó a un administrador de zonas arqueológicas. En 2023 lo abolió y ahora le ha dado la tarea a un IMSS-Bienestar, que está siendo rediseñado.

Los autogoles, sin embargo, no han terminado. Ahora AMLO ha anunciado que establecerá una “superfarmacia” y que le encomendará la dirección a un general. Gastar dinero en un gran almacén, sin embargo, no mejorará la distribución de medicamentos. Necesitamos regresar al sistema probado de compras consolidadas realizadas por funcionarios con experiencia y al uso de empresas de distribución eficientes que compitan entre sí en licitaciones. Ni la centralización ni la militarización, ni la eliminación de instituciones que sí funcionaban o la creación de nuevas sin experiencia, revertirán el fracaso de la política de salud.

Como estarán las cosas que ya no queremos tener el mejor sistema de salud del mundo. Nos conformamos con uno que sea igual al de 2018.

 

Ladrones

 

Para justificar por qué no ha felicitado al presidente electo de Argentina, AMLO dijo ayer que quienes privatizan servicios “son los más ladrones del mundo”. Curioso, en México los más ladrones han sido los políticos que han manejan instituciones públicas, como Segalmex o las universidades y la secretaría de la Estafa Maestra. 

 

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