Mucho tuvo que pasar. Treinta valiosos días. Una merecida ola de críticas… con su clásico revire de ataque a los medios y auto victimización. Desdén inicial a todo el que quería ayudar porque decía que su gobierno podía solo. Y una clara desaprobación de la población por la forma que se ha enfrentado desde el gobierno la crisis ocasionada por el huracán Otis en Guerrero. Todo esto tuvo que pasar para ver finalmente ayer una mañanera de López Obrador desde Acapulco, con el gabinete volcado en la ayuda.
Ayer el Presidente se quiso mostrar como el estadista que no es. Apenas ayer vimos al Presidente tratando de ser Presidente. Otra vez un Presidente que reacciona hasta que mide que un tema puede afectar su imagen. Porque nada le importa más que eso.
La mañanera de ayer que tuvo que haberse realizado en Acapulco dos o tres días después del huracán. Sucede en la víspera de que se cumpla un mes del impacto. Haberla hecho en Guerrero la semana de la tragedia hubiera sacudido al gabinete para que pusieran manos a la magna obra de la reconstrucción del puerto. Porque la mañanera es el gobierno mismo. Y el gobierno federal mexicano tiene un enorme músculo, tiene presupuesto, herramientas, puede resolver cosas cuando quiere. Se tardó demasiado. Y la gente de Guerrero sufre por esa tardanza.
Las visitas de López Obrador fueron frías y fugaces. A veces en un helicóptero, siempre encerrado en la zona naval, sin recorrer las zonas afectadas, sin visitar a los damnificados ni escuchar sus demandas. El candidato que llegó a Presidente presumiendo de su cercanía con la gente, ante la tragedia del huracán no quiere ver de cerca ni a los que le dieron su voto y hoy le piden que escuche lo que necesitan.
Pero al menos ya fue a dar la conferencia matutina allá y la dedicó enteramente a la reconstrucción. Hablando desde la zona de la tragedia, pero a la vez aislado de los que la sufrieron. Soltando un rosario de cifras para aparentar estar en control, pero que en el desglose sólo se muestra que falta mucho, que lo que ha hecho el gobierno se queda corto ante las necesidades: reportan 274 mil viviendas afectadas y apenas se han entregado 11,836 paquetes de enseres domésticos, menos del 5%. En las escuelas informan que de las 1,224 que hay, 985 sufrieron algún daño y sólo 127 ya reabrieron.
Otra vez el Presidente quiere tapar la crisis con pura saliva. Aparentar que están atendiendo un problema y dar cifras que suenen a que es mucho lo que se está haciendo, aunque la realidad marche por otro lado. La población en Guerrero está sufriendo y su futuro inmediato luce oscuro.
SACIAMORBOS
Y aunque se enoje y se queje el presidente: se cumple un mes de que el huracán pegó en Acapulco y López Obrador no ha recorrido las zonas afectadas, no ha visitado a los damnificados, no ha escuchado sus demandas. La única vez que se ensució los zapatos fue el día del show de su jeep atascado en el lodo, cuando los damnificados tuvieron que rescatarlo a él.