El encargo de escribir una ópera con tema navideño para la televisión norteamericana, que inauguraría los Hallmark Hall of Fame, una institución televisiva a lo largo de sesenta años, llega a Giancarlo Menotti en un momento de gloria: había estrenado recientemente en los Estados Unidos dos trabajos excepcionales, La médium, en 1946, y El cónsul, a inicios de 1950, que le valió el premio Pulitzer ese mismo año. La transmisión se programó para el 24 de diciembre de 1951 desde el estudio 8H de la NBC en el Rockefeller Center de Nueva York y preveía, según lo estipulado en el contrato, una pausa durante la cual podrían transmitirse anuncios comerciales. A pesar de esto, otorgaba absoluta libertad al compositor para elegir el tema y las formas que considerara adecuadas. Contrario a lo que cualquiera podría pensar en la tierra de Santa Claus, la nieve y el árbol navideño, Menotti fue fiel a sus orígenes: su ópera descansaría sobre la tradición bíblica de los reyes magos.
Formado musicalmente en el Curtis Institute de Filadelfia, Menotti llegó a los Estados Unidos en 1928, cuando contaba con 17 años. Su familia se había conformado con la unión de dos de los apellidos más importantes de la localidad de Cadegliano-Viconago, en la Lombardía vecina a Suiza. Su padre fue un adinerado comerciante cuya oficina de importación y exportación de ultramarinos y maquinaria se hallaba en Cali, Colombia. Su madre, Inés, de apellido Pellini, había criado a sus diez hijos en un ambiente privilegiado, rodeado de bosques y arte. Desde bebé, Giancarlo, el sexto de la camada, escuchó a sus hermanos interpretar piezas musicales; Pier Antonio, el mayor, tocaba el violín; Domenico, el chelo; y dos de sus hermanas el piano. Inés detectó desde edad temprana la vocación artística de Giancarlo y puso a su disposición los medios para desarrollarla, en la adolescencia buscó que se educara musicalmente en Milán, donde a través de amigos de la familia lo presenta al gran director de orquesta Arturo Toscanini. Sin embargo, vienen los problemas, la muerte del padre, Alfonso Menotti, pone en aprietos la administración de su negocio en Colombia, e Inés decide cruzar el Atlántico con cuatro de sus hijos para salvar el patrimonio familiar. Por consejo de Toscanini, Giancarlo sólo estará unos meses con ellos para partir hacia los Estados Unidos y formarse musicalmente en Filadelfia.
Quizás la mansión familiar de los Menotti, no tenga mucha relación con la choza en Palestina donde vive el pequeño pastor tullido Amahl. Sin embargo, condensa algunos aspectos biográficos que empleados de una forma magistral la convierten en una pieza tan personal y honesta que aún posee la capacidad de conectar con el público de cualquier época o lugar. La amenaza de la miseria absoluta que se cierne sobre la familia ante la muerte del padre, la madre en situación desesperada capaz de cualquier cosa por el bien de su hijo, la imaginación desbordante del niño y su resignación ante la inminente posibilidad de ser un mendigo, la separación final de los protagonistas. Menotti incluso comentaba que concibió la sordera de Gaspar por las quejas oyó en su infancia de uno de sus hermanos, pues los Reyes Magos nunca le traían lo que él había pedido…
No sorprende que Amahl y los visitantes nocturnos tuviera éxito inmediato, la calidez de su música, personajes entrañables, dosis perfectas de humor y drama, la convierten en un espectáculo navideño imperdible que año con año se sigue escenificando en todo el mundo.
Ópera Guanajuato lo ha hecho en varias temporadas, cantándola en el idioma original (con subtitulaje en español) y empleando el talento lírico de nuestra región. Tendremos la fortuna de contar con ellos el próximo jueves, 7 de diciembre, a las 6:00pm, en el Teatro de la Ciudad de Irapuato. La entrada sólo cuesta $100,-. No lo piense dos veces, es un espectáculo para todas las edades.
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