“Garantizar la seguridad de la población no es uno de los servicios del Estado, es su razón de ser. Si no hay seguridad, no hay Estado”.
Gabriel Zaid
Las preguntas incisivas de una reportera sonorense, Reyna Haydée Ramírez, sacaron de quicio al presidente el 13 de diciembre. Una vez más quedó claro que siempre recurre a las mismas respuestas. El intercambio empezó con la pregunta: “¿Por qué ha llegado México a que los ciudadanos intenten. defenderse ellos mismos? ¿Dónde está el Estado, presidente?”.
“Pues estamos trabajando, Reyna, todos los días para que el Estado cumpla con su responsabilidad de asegurar la paz y la tranquilidad, que no tengan que ser los ciudadanos los que se hagan cargo de la defensa, lo que pasaba antes, pues”. Pero “Está pasando en México, ahorita”. “Sí, todavía en algunos casos, pero es la excepción, no es la regla”. “¿Texcaltitlán es la excepción?”. “Sí, sí, sí, ahí por ejemplo”. “¿Michoacán, Guerrero?”. “Sí, sí, sí, en algunos casos”. “¿Tamaulipas?”. “Ya, pero, sí, igual”.
¿Sonora?”. “Sí muchísimos casos, pero nunca, nunca igual”. “Sonora, este fin de semana, más de 10 personas.”. “Sí, pero nunca.”.
El presidente recurrió a sus villanos favoritos: “Durante el gobierno de Felipe Calderón, además de que hubo un gran fraude., se estableció un narcoestado. No olvidemos que García Luna era el secretario de seguridad pública., era el brazo derecho de Felipe Calderón”. Puso en la pantalla la misma gráfica de homicidios de siempre, en la que en vez de sumar los muertos señala tasas de variación, que muestran un descenso. Acosado, recurrió a otro de sus habituales justificaciones: su popularidad; “Hay muchísimos mexicanos, millones de mexicanos, que sostienen que estamos mejor”.
La periodista no cedió: “En Sonora, y no solo en Sonora, la gente acude a la delincuencia para que le hagan justicia. Eso también lo dicen. en Guerrero”. “Ya no, ya no es así como tú dices y ya no pega ese cuestionamiento”. “Por lo menos en Sonora sí”. “No, no, no, en ningún lado. Yo siempre ando recorriendo el país. A mí la gente me dice todo. Pero esas son invenciones. Aquí todos los que estamos, desde las 6 de la mañana, recibimos el reporte de todo lo que sucede en el país, de 6 a 7.. ¿Conoces de algún presidente de los últimos tiempos que haya atendido el tema de seguridad todos los días, que haya recibido de lunes a viernes de 6 a 7 de la mañana el reporte de lo sucedido en las últimas 24 horas?”.
“¿No estarán bajando los homicidios porque está aumentando la desaparición forzada?”, preguntó la reportera. “No, pues tampoco, O sea, ya me vas a salir tú como Carmen Aristegui, sí, Carmen Aristegui, y la otra señora que estaba aquí, la señora Karla [Quintana], de que estamos borrando, ¿no?, a los desaparecidos. ¡No!… Entonces, que escuchen que existe otro punto de vista, que es el nuestro, porque, si no, pues es Carmen Aristegui, es Ciro [Gómez Leyva], es [Carlos] Loret de Mola, es Joaquín [López Dóriga]”.
Esta es solo una parte del intercambio. Nos muestra a un presidente incapaz de escuchar, convencido de una utopía que ha construido en su cabeza, que afirma que ya no hay problemas de seguridad porque tiene una junta de 6 a 7 de la mañana, que culpa de los problemas a Calderón y García Luna, que dejaron el gobierno hace una década, y a los periodistas.
AMLO se ha mudado a una fantasía narcisista que le impide reconocer los problemas. No entiende por qué el pueblo de Texcapilla tuvo que matar con machetes y escopetas a sus extorsionadores. Insiste en que él, y solo él, tiene “autoridad moral”: “Si yo no tuviese autoridad moral, ya me hubiesen destruido. Lo han intentado muchísimas veces, pero mi escudo protector, aparte de mi conciencia, es precisamente la honestidad”.
Lenia
Al final AMLO escogió a quien se le antojó para la Suprema Corte. Envió dos ternas de incondicionales que suponía serían rechazadas por el Senado. Eran candidatas 100 por ciento leales al presidente. Dos ministros anteriores, afirmó, lo traicionaron por no aceptar sus instrucciones para votar. Lenia Batres no lo hará.
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