Los textos de Homero; Ilíada y Odisea, son la base primigenia de la cultura literaria del mundo occidental. Nuestra literatura resultaría oscura y enigmática sin referencia a estas obras, su ausencia es inimaginable. Son libros clásicos en todo sentido, incluyendo, lamentablemente, el de esa definición que afirma que un libro clásico es aquel sobre el cual todo mundo habla pero nadie lee. En realidad esta última e ingeniosa afirmación es falsa, prueba de ello son las numerosas traducciones en todos los idiomas de estas obras de Homero.

En la Wikipedia, en inglés, podemos constatar ¡ciento diez diferentes traducciones de la Ilíada!  Ningún otro idioma tiene tantas traducciones de esta obra, desde la primera de Arthur Hall de 1581, hasta la más reciente de Emily Wilson del presente año 2023, pasando por traducciones clásicas como las de: George Chapman de 1611, Alexander Pope de 1715, Samuel Langley de 1767, William Cowper de 1791 y 1809, Butler Samuel de 1898, Richmond Lattimore de 1951, Robert Fagles de 1990, Richard Whitaker 2012.  Por cierto, es importante subrayar que la traducción de Emily Wilson en 2023 es la primera hecha por una mujer.

En la Wikipedia hay un mismo fragmento de la Ilíada anexo a la referencia de cada traductor, de este modo el lector puede comparar, aunque sea brevemente, cada una de las diferentes traducciones. Se ha señalado que toda traducción es un reto extraordinario, o imposible, más aún la de una obra escrita en el siglo octavo antes de nuestra era con sus 24 libros (capítulos) y 15,693 versos.

De modo superficial he leído varias versiones de la Ilíada en diferentes idiomas, sin embargo de modo detallado y completo conozco la de Robert Fagles que me he encantado por su modo directo, pensada para un lector joven de nuestra época, o del siglo veinte, traducción que no titubea en el uso de un lenguaje fuerte, a veces francamente obsceno, y en las descripciones más brutales y sangrientas que, como sabemos, son abundantes en esta obra.  

Un ejemplo cómico-dramático memorable se encuentra en el Libro Sexto: Por unos momentos Héctor abandona la atroz batalla que su ejército está librando contra los griegos y entra al palacio de Troya buscando a su hermano Paris. 

Finalmente lo encuentra en sus aposentos en sensual abrazo con Helena y entonces Héctor explota en ira contra París reprochándole que mientras que todo el ejército Troyano está luchando contra los Griegos por defender a París y a su mujer Helena, él (París) está cachondeando (i.e. acariciándose amorosamente) en la cama con su mujer. Héctor le recrimina su cobardía a París y sorprendentemente en este reproche se une Helena menospreciando la ausencia de valor y carácter de su esposo Paris.  Todo esto ocurre dentro de una brillante y melodramática descripción en la que abundan adjetivos como puta, ramera, joto, maricón, afeminado, entre otros; probablemente “cobarde” es el menos fuerte.

No he leído la más reciente traducción de Emily Wilson publicada apenas este año, sin embargo el periódico “The Atlantic” del 2 de octubre pasado publicó un artículo firmado por Graeme Wood, titulado “What Emily Wilson’s Iliad Misses” (tr. ¿Qué le falta a la Ilíada de Emily Wilson?) en donde se afirma que: “Su nueva traducción es una invitación a los lectores jóvenes pero no capta el mundo barbárico del original”.

Ante las más de cien traducciones al inglés de la Ilíada palidecen las tres traducciones que registra Wikipedia de esta obra al español. Se trata de la de Ignacio García Malo realizada en 1788, la de José Gómez Hermosilla de 1848 y finalmente, la de Luis Segalá y Estalella realizada en prosa en 1908 y reeditada 1927.  Para deleite del lector interesado, en seguida se transcriben las primeras líneas de estas tres traducciones (se respeta la ortografía original).

 

Canta ¡ó Diosa! la cólera obstinada

Del hijo de Peléo, el noble Aquiles,

Esta cólera infausta, que causando

Innumerables males á los Griegos,

Precipitó las almas generosas

De tantos fuertes Héroes al oscuro

Imperio de Plutón, dexando en presa

Sus cuerpos a los buitres y a los perros.

Así el supremo Júpiter lo quiso

Después de la fatal desavenencia

De Agamenón, Rey de hombres, y el valiente

Aquiles, de los Dioses descendientes.

 

Traducción de: Ignacio García Malo (1788)

 

De Aquiles de Peleo canta, diosa,

La venganza fatal que á los Aquivos

Orígen fué de numerosos duelos,

Y á la oscura región las fuertes almas

Lanzó de muchos héroes, y la presa

Sus cadáveres hizo de los perros

Y de todas las aves de rapiña;

Y se cumplió la voluntad de Jove,

Desde que, habiendo en voces iracundas

Altercado los dos, se desunieron

El Atrida, adalid de las escuadras

Todas de Grecia, y el valiente Aquiles.

 

Traducción de: José Gómez Hermosilla (1848)

 

Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males á los aqueos y precipitó al Orco muchas almas valerosas de héroes, á quienes hizo presa de perros y pasto de aves -cumplíase la voluntad de Júpiter- desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles.

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