2024 será año de elecciones en el mundo. Este año votarán el país más grande, el más poblado y la máxima potencia militar. Se renovará el parlamento europeo y el país musulmán más poblado del mundo tendrá elecciones generales. Las elecciones en México se darán en las condiciones más adversas en, por lo menos un cuarto de siglo. El jefe del estado mexicano ha notificado de muchas maneras que no pretende respetar las reglas del juego democrático y que está decidido a apoyar a su candidata con todos los instrumentos a su alcance. El crimen organizado seguirá imponiendo su ley. Definirá candidaturas, eliminará opciones molestas. Las instituciones electorales (instituto y tribunal) viven su peor momento: presupuestalmente disminuidas, incompletas en su estructura y con desbocadas rivalidades en su interior.
Votaremos entre trampas y violencia, sin instituciones solventes y eficaces que cuiden el sufragio. Una de las herencias de eso que llaman “humanismo mexicano.”
*
Robert Kaplan fue corresponsal en el Irak de Saddam Hussein. Testigo de esa tiranía que convirtió a un país en un enorme sótano de tortura, le dio la bienvenida a la invasión que terminaría con ese régimen. Con ingenuidad pensaba que nada peor podría sucederle a Irak después de ese despotismo atroz. Cuando el periodista regresó al país después de la intervención militar, se dio cuenta de su error. El desastre que provocó la invasión norteamericana causó miles de muertes y empeoró la desgracia. Reconoció entonces que el filósofo persa Abu Hamid al-Ghazali tenía razón cuando advertía que un año de anarquía era peor que un siglo de tiranía.
Una profunda depresión lo asaltó al ver las consecuencias de su consejo. Se sentía responsable de una medicina que fue mucho peor que la enfermedad. Ese sentido de culpa lo impulsó a escribir el libro sobre la dimensión trágica de la política que publicó en 2023. La mentalidad trágica. Sobre el miedo, el destino y la pesada carga del poder, es el título. Mi problema fue que no supe pensar trágicamente. Eso es lo que pide a quien interviene en la política: ser consciente de que el mal nos circunda, que toda elección impone pérdidas irreparables, que nadie es el conductor único de la historia, que las intenciones terminan siendo irrelevantes. No hay personaje más peligroso en el mundo político que aquel que se siente incapaz de hacer daño.
*
Henry Kissinger sintetizó perfectamente los ritmos de la arbitrariedad: “Lo ilegal lo conseguimos de inmediato. Para lo inconstitucional nos tardamos un poquito más.”
*
Las democracias contemporáneas se han convertido en democracias de odio. Política empeñada en desplegar la más intensa agresividad hacia el otro, que no pierde el tiempo buscando pistas del entendimiento. Lo sorprendente, dice Daniel Innerarity en su libro más reciente (La libertad democrática) es que esa política del odio parece estable y, curiosamente, parece desalentar la violencia. El odio no es, como podríamos pensar, anticipo de violencia. ¿Será que, a mayor despliegue de odio, menor violencia? El odio, dice el filósofo vasco, “no es la antesala de la violencia, sino que puede estar sustituyéndola.” Quizá nos damos licencia para odiar porque sentimos que la hostilidad no tiene consecuencias.
*
Salman Rushdie reapareció a principios del 2023 después de sobrevivir las puñaladas de un hombre decidido a cumplir la vieja condena de muerte. Con un ojo vaciado y el humor intacto, presentó una nueva novela que es una defensa de la palabra.
Yo, Pampa Kampana soy la autora de este libro
He vivido para ver a los imperios surgir y caer
¿Cómo son recordados ahora esos reyes, esas reinas?
Existen solamente en palabras.
Y yo ya no soy nada. Lo único que permanece es esta ciudad de palabras.
Las palabras son las únicas victoriosas.