La Global Health Workforce Network de la Organización Mundial de la Salud, ha establecido el diagnóstico de “déficit crónico de personal en el sector salud”, lo cual representa un obstáculo sustancial para la adecuada prestación de servicios sanitarios.
En primera instancia, esto origina una falta de accesibilidad a servicios de salud esenciales para las poblaciones y por otro lado se genera una carga de trabajo al personal clínico que llega incluso a ser insostenible, generando estrés, falta de motivación y derivando en agotamiento, ausentismo, ansiedad, enfermedad e incluso orilla a optar por otro tipo de empleos o campos distintos a la profesión de origen.
Es evidente también que en la actualidad las personas suelen permanecer menos tiempo en las organizaciones en las que trabajan. Mientras que antes permanecían toda su carrera profesional con un mismo empleador, ahora los profesionales se mantienen en la búsqueda de patrones más atractivos, que permitan crecimiento profesional y una mayor generación de valor, redundando lo anterior en una incrementada rotación de personal y fuga de talento con experiencia.
En este medio se reportaba justo el año pasado que en Guanajuato, por lo menos hacían falta 2,300 médicos especialistas y otro tanto más de médicos generales tan sólo en una institución como es el Instituto Mexicano del Seguro Social, y si bien este déficit no es un tema sencillo de explicar y atender, es una consecuencia de circunstancias adversas que son la constante en el sistema de salud mexicano. Sin embargo, existe una variable que es fundamental para dilucidar el porqué los profesionales de la salud son difíciles de conseguir y mantener o estos mismos terminan dedicándose a otra cosa: la remuneración económica.
Una remuneración inadecuada tiene efectos negativos en el desempeño de los trabajadores de cualquier sector y el de la salud no es la excepción. Un trabajador mal o inadecuadamente remunerado presenta un decremento en la satisfacción al realizar su labor e incluso dilapida su moral y talante en la realización de sus actividades. Es una realidad que los profesionales de la salud enfrentan de manera frecuente ambientes de alta presión, los cuales, combinados con una remuneración baja o inadecuada, se traducen en altos niveles de estrés y burnout (acrecentado por la necesidad de multitud de trabajadores de tener dos o incluso más empleos o actividades económicas para satisfacer sus necesidades). De lo anterior surge un problema mayúsculo y es la insatisfacción y desmotivación para proveer un cuidado óptimo de la salud, prestando menor atención al detalle y de manera general la merma en la calidad de la atención sanitaria.
Esto no es tema menor, siendo notorio en instituciones públicas y privadas la dificultad para cubrir plazas vacantes y mantener a los colaboradores durante períodos más prolongados de tiempo.
Es un reto por atender el asunto de la baja o inadecuada remuneración en el sector salud, puesto que tiene y tendrá consecuencias sustanciales en nuestro sistema sanitario. Por ello, será crucial para las organizaciones el reconocer el valor de su fuerza de trabajo e invertir en una compensación adecuada como parte de una estrategia de promoción de la satisfacción laboral, atracción y retención de talento, que tenga como fin último el fortalecer el desempeño y mejorar los resultados de los profesionales de la salud. Una remuneración adecuada no es un lujo, es lo justo.
(Dr. Juan Manuel Cisneros Carrasco, Médico Especialista en Patología Clínica, Profesor Universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre).