La actividad científica cubre un espectro muy amplio de actividades.  En particular un grupo de psicólogos de la Universidad de Virginia en Estados Unidos, publicó recientemente en la revista “Journal of Consumer Psychology” un artículo discutiendo “en qué consiste dar un buen regalo” (es decir, un regalo que será gustosamente recibido por sus destinatarios) así como algunas sugerencias para evitar errores comunes. 

Algunas personas pensarán que investigar la “ciencia de los regalos” no es un buen o valioso tema de investigación comparable a investigar agujeros negros o Covid, sin embargo, al ver las conclusiones podemos recibir interesantes sorpresas. Algunas de las ideas centrales de este divertido artículo son las siguientes:

Primeramente, se señala la enorme cantidad de normas sociales de las cuales frecuentemente los compradores y receptores de regalos pueden ser o no conscientes. Un ejemplo es el hecho de pensar que un objeto usado no es un buen regalo, cuando en realidad muchas personas estarían felices de recibir un objeto así. Piense por ejemplo en un estudiante de violín, seguramente estará encantado de recibir un violín, aunque este sea usado.

Otra idea es el hecho de pensar que un buen regalo es lo que a uno le gusta y no lo que preferiría quien lo recibirá. Por ejemplo, algunas personas adoran, por decir, las artesanías de barro y siempre incluirán estos objetos en sus regalos a pesar de que quienes los reciban no estarán muy complacidos. La conclusión del artículo es que es preferible dejar a un lado el ego del comprador y mejor pensar en lo que le gustaría a la persona que recibirá el regalo. Si, por ejemplo, a esa persona le gustan los rompecabezas, seguramente estará más feliz si usted le regala un rompecabezas de la torre Eiffel y no una cazuela de barro. Dicho de modo simple: “Es importante no pensar en satisfacer nuestros deseos sino los de la persona que recibirá el regalo”.

Otro ejemplo en donde intervienen las normas sociales es el siguiente, el cual está relacionado con la envoltura de estos. Si alguien tiene cincuenta pesos para gastar en un regalo, la mayoría preferirá gastar cuarenta pesos en el regalo y diez pesos en la envoltura, en lugar de gastar solo cincuenta pesos en el regalo sin envoltura.  Aunque ésta es una norma social perfectamente prescindible la gente prefiere vivir con ella.

Otro ejemplo interesante se encuentra al entregar regalos parciales. Por ejemplo, unos recién casados desearían un conjunto de ocho platos, pero el comprador decide solo comprar y regalar cuatro. De modo interesante se encontró que muchas personas estarán felices de recibir el regalo parcial.

Otro resultado interesante está relacionado con los regalos que no consisten en objetos materiales sino en experiencias, por ejemplo, un viaje o un paseo.  Se concluye que mucha gente los preferirá y serán más felices con regalos de experiencias y no con regalos materiales.  Las experiencias son realmente valoradas como regalos.

Los objetos novedosos son también un tema interesante. Por ejemplo, muchas personas estarán inicialmente gratamente sorprendidas de recibir una fuente para preparar chocolate, pero pronto se darán cuenta que debido al rarísimo uso que esa fuente de chocolate recibirá a lo largo del año, una cafetera hubiera sido recibida con mayor gratitud.

Los regalos sentimentales son también todo un tema de la más alta complejidad. Si alguien regala a su pareja o a una amistad especial una playera de futbol seguramente se encontrará más dentro de una línea segura que si regala un álbum de románticas fotografías de ambas personas.  En este último caso el regalo podrá ser recibido sin mucha convicción o incluso con desagrado, dependiendo del nivel en que se encuentra la relación.  Esta discusión me recordó un ejemplo francamente cómico si no fuera porque en realidad es bastante tosco y grotesco. El de una señora divorciada cuyos hijos adultos le regalan -no en la intimidad sino frente a su pareja actual- un copioso álbum de fotografías de su madre mostrando en cada hoja románticas fotografías de todos los numerosos amigos, novios, amantes, parejas (o lo que sea).  La torpeza, desfachatez e impertinencia de este acto es imperdonable. Un poco de fineza, tacto y educación siempre ayuda al entregar un regalo.

 

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