En el basurero yace la Nueva Política Migratoria anunciada en 2018. Quedó hecha trizas a causa de tres errores cometidos por un Presidente que creyó poder manejar a la Casa Blanca, a los cárteles y a los migrantes.

El primer error fue pensar que podía manipular la política estadounidense. Desde el 15 de noviembre de 2018, el secretario de Estado, Mike Pompeo, informó a Marcelo Ebrard que los solicitantes de asilo en Estados Unidos serían regresados a esperar en México. El presidente mexicano ignoró el aviso porque, lo reconozco, sí quería transformar de raíz la política migratoria tratando bien a los migrantes y resolviendo su situación con el desarrollo integral.

Con el respaldo de la titular de Gobernación, el nuevo comisionado nacional de Migración, Tonatiuh Guillén, organizó una insólita recepción a la caravana de unos ocho mil hondureños y salvadoreños que habían llegado a la frontera sur. El 18 de enero de 2019 fue histórico porque los agentes de migración se convirtieron en educados edecanes que trataban con respeto y eficiencia a migrantes que respondieron con vivas a México y algunos de ellos, incluso, entonando estrofas del himno nacional.

Cuatro meses después, en mayo de 2019 fue presentado el Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica (PDI); tan ambicioso que proponía extender el Tren Maya hasta Centroamérica. El plan tenía el apoyo de los presidentes de México, El Salvador, Honduras y Guatemala. La comunidad internacional recibió con beneplácito una iniciativa con la cual la 4T quería retomar el liderazgo perdido en la región desde los procesos de pacificación de los noventa.

La Casa Blanca frenó en seco el humanismo lopezobradorista. El 7 de junio de 2019 Donald Trump convocó al canciller mexicano para hacer el chantaje: o México ponía 28 mil guardias nacionales a perseguir, encarcelar y deportar migrantes o él impondría, tres días después, tarifas a las exportaciones mexicanas. A los cinco minutos, cuenta Trump, México se dobló y desde entonces 28 mil efectivos cumplen los deseos de Washington.

El segundo error ha sido la pasividad ante los cárteles que deciden quién cruza la frontera sur y quién transita las carreteras que llegan a la frontera norte. Cada año obtienen siete mil millones de dólares de los migrantes; la riqueza les permite corromper policías locales, guardias nacionales y otros funcionarios que les garantizan impunidad. De pilón les pusieron, en junio de 2019, a Francisco Garduño como comisionado nacional de Migración; uno de los funcionarios más ineptos de la 4T.

El tercer error fue tratar a los migrantes como objetos sin voluntad propia. Es cierto que son vulnerables, pero también son maestros en el arte de la supervivencia porque se juegan la vida. Conocen los riesgos e intentan manejarlos lo mejor que pueden apalancándose en la comunidad internacional, en las iglesias y en las OSC.

Su principal instrumento de negociación han sido las “caravanas” que han tenido gran efectividad mediática. La dinámica ha sido siempre la misma: después de cada movilización, el gobierno mexicano les concede visas humanitarias con las cuales pueden llegar a la frontera norte (eso prometieron, por cierto, a la caravana de la semana pasada).

En el quinto año del sexenio, el gobierno federal ya perdió el control de la política migratoria. Uno de los últimos ejemplos es lo acontecido con la treintena de migrantes secuestrados la semana pasada en Tamaulipas. Los criminales los liberaron cuando recibieron el rescate, indiferentes ante el escándalo mediático causado por el ridículo de la Secretaría de Gobernación y la vocería presidencial que les colgaron la medalla a las fuerzas del Estado que habían “rescatado” a los viajeros. El presidente mexicano tuvo que dedicar una dosis de mañanera para masajear los egos magullados.

Termina otro sexenio y el gobierno sigue siendo incapaz de encontrar una política adecuada para un país que expulsa y recibe migrantes, y en el cual los criminales administran las cuotas de una supercarretera transitada cada año por millones de personas que pagan un enorme costo humano intentando llegar a Estados Unidos, país que incrementará su exigencia de soluciones a medida que se acerquen sus elecciones.

La política migratoria solo mejorará cuando contemos con una estrategia integral de seguridad.

 

Colaboró Jorge Araujo.

 

@sergioaguayo

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