Hablar de fraternidad implica hablar de valores, ya que este concepto conlleva a la unión de las personas basadas en los valores de tolerancia, respeto, dignidad, solidaridad e igualdad de derechos de todos los seres humanos.
La fraternidad como valor nos conlleva a ser solidarios, respetuosos y empáticos con las demás personas. Es de vital importancia la transmisión y aplicación de valores en nuestra vida diaria para ser cada día mejores individuos, con un efecto multiplicador que impacte en toda la humanidad.
El término Fraternidad proviene del latín fraternitas, que significa hermano e inus que significa (pertenencia). Definido como el afecto o vínculo entre hermanos o hermandad.
El principal antecedente que impulsó esta iniciativa radicó en el encuentro sostenido entre Su Santidad el Papa Francisco y el líder musulmán Gran Imán de Al-Azhar, el día 4 de febrero de 2019 en Abu Dhabi, durante la visita apostólica del Santo Padre a los Emiratos Árabes Unidos.
Como producto de esa reunión se firmó el Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común, también conocido como Declaración de Abu Dabi. En dicha resolución se resalta la importancia de la educación, la concienciación y el respeto a las distintas culturas y religiones. Señala la imperiosa necesidad de velar por las personas, promover la paz y poner fin a la violencia, al extremismo religioso, las guerras y el terrorismo.
Con la promulgación de este día se afianza la promoción de la paz en el mundo, el desarrollo sostenible y la unión de esfuerzos de la comunidad internacional para incentivar la tolerancia, la inclusión, respeto a la diversidad y la solidaridad entre las naciones del mundo y las personas. Constituye un llamamiento a la disminución y erradicación de situaciones de violencia, xenofobia, fanatismo político y religioso y discriminación de razas, género e ideologías.
De esta manera contribuiremos a promover valores de inclusión equidad, justicia y libertad en el actual contexto social, político y económico de las sociedades y naciones del mundo, observando marcadas diferencias que derivan en acciones de terrorismo, guerra, extremismo religioso y desigualdad social.
Un buen punto de inicio lo constituyen los valores que se inculcan en el hogar y en la escuela. Es de vital importancia reforzar en las políticas y objetivos educativos a la fraternidad como un valor fundamental, siendo un derecho y un deber inexcusables. Muy necesarios en los momentos en que vemos un mundo convulsionado en donde “cada quien reza para su santo”. Requerimos poner énfasis en vivir y transmitir que todos y todas somos hermanos y que podemos convivir en amor.
La escuela y el hogar constituyen ámbitos esenciales para el forjamiento y aplicación de valores, siendo la base para la conformación de individuos conscientes, empáticos y solidarios con su entorno familiar y social. Una manera de promover la fraternidad humana es a través de la concienciación y educación de las personas de todas las naciones del mundo, sin distinción alguna de cultura, raza, creencias o religión
Todos y todas podemos y estamos en el deber de contribuir con la fraternidad humana, aplicándola mediante sencillas acciones en nuestra vida cotidiana:
¡Sonríe! Esta acción constituye un primer gesto de caridad y conexión con las personas que están a tu alrededor. Todo comienza en casa. Enseñemos a nuestros hijos e hijas y la importancia fundamental de los valores, aplicándolos con nuestro ejemplo. Servir y ayudar a los demás, por ejemplo, ayudando a cruzar la calle a un adulto mayor, brindar apoyo a personas en situación vulnerable o cualquier otra acción que impacte de manera positiva en el prójimo. Puedes apoyar las causas de organizaciones y fundaciones sin fines de lucro que tengan como objetivo trabajar en pro de la fraternidad humana: unirte a labores de voluntariado o bien participar en actividades y eventos que tienen este fin.
¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!
manuelramos28@gmail.com