Lorenzo Córdova pudo haber sido candidato presidencial de la oposición si lo hubiera querido. A juzgar por su desempeño este domingo ante el Zócalo lleno, hubiera sido un candidato muy atractivo: su discurso tuvo fondo y estructura, pero también frases fáciles de atrapar y replicar, explicó con claridad y sencillez el áspero tema de los riesgos de las reformas antidemocráticas de AMLO, leyó con ritmo y ahínco, incluso su presencia física empata con la de un candidato exitoso.
No suele ser fácil la transición de la academia al templete. Muchos tropiezan. Se ve que su escala en el INE le dio kilometraje en el ajetreo del debate, y su reciente etapa de opinador le aportó la soltura que su anterior cargo le obstaculizaba.
Córdova tiene todo para ser un gran candidato. A lo que quiera: diputado, senador, gobernador, presidente. Mucha gente salió del Zócalo especulando si Lorenzo sería un buen candidato presidencial. Incluso el verano del año pasado -antes de que surgiera el fenómeno de Xóchitl Gálvez– su nombre sonó, y en la cúpula de la oposición lo buscaron para ofrecerle la candidatura.
Afortunadamente Lorenzo Córdova no es candidato a nada. Y ojalá nunca lo sea. Tomó la decisión difícil, la correcta. A pesar de contar con todos los atributos que pueden despertar simpatía en un elector, puso de lado el ego, desoyó el canto de las sirenas y con ello, logró algo mucho más profundo: aportó a la preservación de la institución encargada de resguardar la democracia en México, el INE.
Recuerdo que cuando la oposición no encontraba candidato(a), me llegaron a comentar: debería lanzarse Lorenzo. Les respondía tajante: ojalá no, sería un injusto ataque a la democracia mexicana perpetrado por uno de sus más notables defensores.
Nada le hubiera hecho más daño al INE que un Lorenzo Córdova candidato. Ni las reformas de López Obrador hubieran sido tan dañinas, porque un lance así le hubiera dado la razón al presidente de México en todos sus cuestionamientos al árbitro de la contienda. Hubieran legitimado su apetito de reformar al INE al grado de la destrucción.
Desde la trinchera ciudadana, crítica ante el creciente autoritarismo del obradorato, la voz de Lorenzo Córdova se ha vuelto aún más fuerte. El retrato de López Obrador, que dibujó a las puertas de su Palacio y en el Zócalo, le dio sistema óseo a la protesta. Un presidente que quiere organizar las elecciones, juzgar las elecciones, decidir qué información se publica, quién puede tener un monopolio, y quién es corrupto y quién no. Un personaje inmensamente poderoso que se dice víctima de la falta de democracia cuando por la vía democrática tiene 23 gubernaturas, mayoría en las dos Cámaras y ¡es presidente de la República! Córdova terminó por desnudar al régimen.
A la mañana siguiente quedó claro lo profundo que había dolido en el ánimo presidencial su mensaje. La reacción enojada, furibunda, desordenada, exhibe a AMLO.
Saciamorbos
Este sí es legado de AMLO: terminó de exhibir quién es quién en los medios.
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