Hace poco más de seis años, el presidente Andrés Manuel López Obrador acuñó esta desafortunada frase para dirigirse a su directo competidor, Ricardo Anaya, y criticarlo por tener a sus hijos en Atlanta mientras se hallaba en campaña. Por entonces, el otro Ricardo, Salinas Pliego, aparecía de vez en cuando en los medios. Mostraba una aparente neutralidad ante las aspiraciones del tabasqueño, aunque según otros fungía como uno de sus aliados dentro del sector financiero y empresarial de México.
Aquella entente o apoyo encubierto se ha tornado a finales de este sexenio en una batalla encarnizada de palabras y descalificaciones. El magnate, cuya fortuna se estima en unos 14.500 millones de dólares, el 4 de marzo, por ejemplo, pidió en su cuenta de X que no lo pusieran “en el mismo costal de pulgas que a esos parásitos, rateros, payasos, pendejøs, lame botas. Esos son sus gatos, sus bufones, son desechables y lo saben.” Con relación a los funcionarios y seguidores del presidente de México.
Salinas Pliego ha explotado, en particular desde la pandemia, las redes sociales con mensajes provocadores y breves. En un inicio negaba la existencia del virus, en los últimos años se ha lanzado contra los gobiernícolas y “ladrones” que lo despojan a través de impuestos.
Los ingresos de Elektra se dispararon el año pasado hasta superar los 184 mil millones de pesos y reportaron una utilidad de operación de 9.288 millones. Impulsadas en particular por Banco Azteca, cuyos negocios financieros sobrepasan desde hace unos años a los de la división comercial, emblema de su holding. Lo cual no sorprende, pues en el mercado mexicano no existe límite alguno para el cobro de intereses. Las leyes y regulaciones no impiden que Banco Azteca ofrezca créditos personales de consumo con un CAT anual promedio sin IVA de 72.7%, mientras no brinde interés alguno por sus depósitos. La cifra es exorbitante si consideramos que de su cartera de crédito, de unos 162,844 millones de pesos, más de dos terceras partes corresponden a préstamos al consumo.
En una extraña paradoja (o quizás no tanto si consideramos los vericuetos de la arquitectura fiscal) la filial norteamericana de otra de sus emblemáticas compañías, TvAzteca, ha intentado declararse en quiebra y debe 63 millones de dólares a tenedores de sus bonos. Esa misma actitud evasora de obligaciones ha aplicado para México a lo largo de este sexenio, con un adeudo de unos 25 mil millones de pesos de créditos fiscales de 2010, 2011 y 2013, que han sido exigidos por López Obrador en varias de sus intervenciones mañaneras. Donde también urgió a la Suprema Corte de Justicia para que emitiera sentencia, algo criticado como atentado contra la independencia judicial.
Esta semana, la segunda sala de la Suprema Corte de Justicia votó a favor de amparar un cobro excesivo de impuestos a Salinas Pliego de una de sus filiales, TotalPlay. Le eximieron de unos 645 millones de pesos adeudados desde 2015, aunque deberá pagar unos 1.700 al fisco.
El mensaje del actual Ricky Riquín fue muy poco conciliador: “Si van a empezar a chillar me avisan, las lágrimas de chairo y de ardilla son deliciosas”. El acecho de su campo de golf en Huatulco por la Guardia Nacional es otro error absurdo, aunque pareciera más propaganda electoral que un ataque a la libre empresa.
Este primer round “ganado” por Salinas Pliego avienta aún más barro a una campaña por la presidencia donde no se ahorran insultos y epítetos. Por las cifras de los adeudos pendientes, la poca diligencia de la justicia para dirimir un asunto administrativo, y el escaso decoro de los egos en disputa, nos queda aún mucho por recorrer. ¿Ofrecerá la candidata de la oposición condonar la deuda de Salinas Pliego? ¿Seguirá la presión del gobierno por recaudar ese millardo de dólares si triunfa la candidata oficialista? Por último, y lo he comentado desde hace años: ¿Tendremos en México algún día una legislación como la de otros países, y jueces que no teman combatir la usura?
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