Para los que piensan que Claudia Sheinbaum se manda sola, para los que divulgan que si gana la Presidencia se va a distanciar de López Obrador y ella será la del mando… bastaron un par de Rayuelas en La Jornada para meter a la candidata en cintura y desmentir cualquier asomo de autonomía.
En el debate presidencial, la candidata morenista implementó la estrategia de evadir los cuestionamientos sobre los grandes fracasos del actual gobierno (fracaso en salud, corrupción de los hijos de AMLO, violencia). Para no arriesgarse a defender lo indefendible, prefirió evadir al límite de lo imposible. Y al no defender al gobierno al grado del absurdo, intentó mostrar un mínimo brochazo de autonomía frente a López Obrador.
El resultado irritó al presidente de México. Para AMLO, Claudia perdió el debate. Y perdió porque no lo defendió a él, a su gobierno, a sus hijos.
El debate generó una grieta entre el presidente y su candidata. Y se empezó a exhibir de inmediato. Claudia Sheinbaum lo detectó en tiempo real. Su primera declaración al salir del debate, todavía en la explanada de las instalaciones del INE, fue: “Quedaron ahí algunas cosas por responder que lo vamos a hacer en las redes sociales, particularmente de Morena”.
No funcionó el control de daños. A la mañana siguiente, el lunes en la Rayuela de La Jornada, había un mensaje: “‘¡Claro que tengo padre!’, sostenía la adorada mano; ‘Si no, ¿cómo estaría yo aquí?'”. No había que pensarle mucho. La Rayuela es el editorial en una frase, tradición en el periódico favorito del obradorato, dirigido por Carmen Lira, comadre del presidente de México. El mensaje a Claudia era claro: no olvides quién te puso ahí, no olvides quién es tu padre.
Claudia acusó recibo. Esa tarde intentó reparar la bronca con su jefe. Declaró: “Defendí con el corazón, el pensamiento y el alma a la Cuarta Transformación, que es el proyecto del pueblo de México”. La Jornada llevó la declaración en su portada el martes.
No fue suficiente. El martes en su conferencia diaria el presidente dejó ver su enojo con lo que proyectó el debate: un diagnóstico de país que contrasta con su narrativa de las mañaneras. Las preguntas elegidas para hacer a los candidatos tomaban como premisa un estado de cosas que choca con lo que el presidente trata de permear mañana a mañana. Frente a un presidente para el que no hay corrupción ni violencia, y estamos por tener servicios de salud a la altura de Dinamarca, la realidad de preguntas ciudadanas que hablaban de corrupción y violencia cotidianas, de largas filas para conseguir un doctor y escasez de medicinas en las farmacias.
“Toda la narrativa fue no reconocer absolutamente nada… qué mal estamos en salud, sin reconocer absolutamente nada, qué mal en educación, que mal en todo aun así no pudieron dejar mal, no estoy hablando de partido, lo que se ha hecho en el combate a la corrupción”, dijo AMLO. Estaba enojado. La visión de país era adversa y su candidata no había salido a defenderlo.
Ayer volvió a la carga contra Sheinbaum, vía la Rayuela de La Jornada: “Fue tanta la preocupación por ganar la batalla, que se olvidaron de los logros conseguidos por un fuerte liderazgo y muchos y leales profesionales, ¡que vaya que los hubo!”. Y para que no hubiera duda, justo al lado, el titular: “AMLO: olvidaron logros de mi gestión en el debate”.
A “rayuelazos”, el presidente le recuerda a su candidata no sólo quién manda aquí, sino también para qué la puso: para cuidarle las espaldas, maquillar las cifras y defender su proyecto. No para que sea presidenta sino que sea la administradora de su legado. Con dos bastaron para tenerla rogándole su perdón. Y todavía aseguran con firmeza que él no seguiría mandando.
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