Un mito notable de la antigua Grecia es la historia de Prometeo, el Titán al que se le acredita y se conoce por robar el fuego a los dioses para entregárselo a los humanos. Prometeo desafió a las deidades sustrayendo el fuego del Olimpo, símbolo de conocimiento y energía, lo que permitió a los humanos, gracias a este regalo, poder cocinar, mantenerse calientes y desarrollar la civilización. Pues bien, una traducción alegórica de este fuego creador es la energía eléctrica.

En estos días ocurrieron apagones masivos, los cuales, además de trastocar la vida cotidiana de las poblaciones, pueden tener un impacto profundo en los sistemas sanitarios, alterando los mecanismos de atención de pacientes al comprometerse los servicios médicos, con la consecuencia de poner en riesgo incluso la vida de las personas.

El desabasto de energía puede conducir al paro completo de actividades de hospitales, clínicas u otras instalaciones sanitarias; los equipos médicos (que dependen de suministro eléctrico), como ventiladores, máquinas de diálisis, sistemas de monitoreo o de administración de medicamentos, pueden terminar inoperantes, lo que conlleva a disminuir la seguridad de la atención y tratamientos médicos.

De igual manera, varios medicamentos (especialmente aquellos que requieren refrigeración o condiciones especializadas de almacenamiento, como las vacunas, por citar un ejemplo) pueden verse comprometidos al no tener abastecimiento de energía eléctrica, con la potencial afectación de su eficacia y la incertidumbre sobre su potencial administración.

Otra vicisitud es la interrupción de mecanismos de comunicación, ya que, al ser los sistemas sanitarios dependientes de registros electrónicos, plataformas de intercomunicación, envío de resúmenes clínicos, expedientes y otras formas de coordinación de atención de pacientes, los apagones pueden alterar esos sistemas conduciendo a la ruptura de la comunicación con retrasos potenciales en atenciones o tratamientos, así como la pérdida de información vital sobre la condición de pacientes. No hay que olvidar también que las poblaciones vulnerables exacerban aún más su condición, pues aquellos de la tercera edad, enfermos crónicos, personas con discapacidad o quienes sean susceptibles a los efectos de la falta de energía eléctrica (por necesidad de soporte adicional) tienen un riesgo incrementado de ver mermada su condición en una mayor proporción.

Estas, entre otras consideraciones, hacen imperativo atender las causas del problema y generar mecanismos de contención y soluciones potenciales, como son la inversión en infraestructura de generación y distribución de energía eléctrica, la diversificación de fuentes de energía (como la solar o eólica) que pueden reducir la dependencia de un mecanismo único de producción, el establecimiento de medidas de conservación y ahorro (con la participación activa de la sociedad en todas sus vertientes) y el establecimiento de planes de anticipación y emergencia, para que los sistemas e instalaciones sanitarias puedan responder de manera efectiva a los apagones o limitaciones en suministro minimizando la afectación en la atención a los pacientes.

Para las instituciones sanitarias deberá ser prioritario considerar sistemas de respaldo, tener planes de acción con priorización de servicios (apostando a mantener los esenciales o críticos), colaborar y coordinarse con servicios de emergencia, agencias gubernamentales y otros involucrados para administrar riesgos relacionados y, por último, comunicarse y apostar por el apoyo comunitario para entender la situación apremiante que puede presentarse por desabasto de energía eléctrica.

Este es un tema actual, importante y relevante que merece nuestra atención como ciudadanos, pero además, como potenciales usuarios de servicios de salud. No podemos tener sistemas sanitarios funcionales sin hacer uso del regalo de Prometeo, que es la energía. Participemos de manera activa en ello. Es tiempo.

Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor de especialidad y promotor de la donación altruista de sangre

 

RAA

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *