A finales de mayo México reportó a la Organización Mundial de la Salud un caso fatal confirmado de infección por Influenza Aviar AH5N2, detectado en un residente del Estado de México. Este es el primer caso reportado de infección humana por este tipo de influenza a nivel mundial, teniendo como antecedente eventos ocurridos en aves de corral en nuestro país.
El caso: un paciente de 59 años que manifestó fiebre, dificultad para respirar, diarrea, náuseas y malestar general. Esto, aunado a varias comorbilidades médicas subyacentes, lo llevó a buscar atención médica siendo hospitalizado en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), donde falleció por complicaciones de su condición.
Inicialmente las pruebas de biología molecular no identificaron de manera clara el patógeno, por lo cual fueron enviadas a un centro de referencia de biología molecular, donde se confirmó la presencia del virus AH5N2. Posteriormente, el InDRE (Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos) confirmó el subtipo del agente.
Tras la investigación epidemiológica de contactos no se encontraron resultados de asociación epidemiológica claros, solo un antecedente de un brote de influenza aviar en una granja avícola en Michoacán que limita con el Estado de México. La relación de este caso con brotes en aves de corral no está del todo clara.
Es importante entender que, si bien los virus de influenza ocurren de manera habitual en animales, también pueden infectar a humanos, y en esta situación pueden presentarse desde infecciones leves hasta otras de alta gravedad en el tracto respiratorio, pudiendo ser fatales.
Este caso enciende las alertas a nivel regional, nacional e internacional, por lo que deberán reforzarse o implementarse, además de la investigación epidemiológica de casos y contactos, la vigilancia y monitoreo estrechos y las medidas de prevención y respuesta a un brote de influenza de origen zoonótico.
Hoy en día tenemos la experiencia reciente del COVID-19 y debemos aprovecharla. Si bien muchas decisiones fueron cuestionables y es evidente que la respuesta no fue la mejor, este sería un buen momento para apuntalar los sistemas de salud pública y volverlos resilientes ante un potencial embate de una nueva amenaza epidemiológica.
La vigilancia en hospitales, clínicas y comunidades deberá ser activa, monitorizando grupos de riesgo y vulnerables. De igual manera, la capacitación y adiestramiento del personal clínico sobre la identificación y manejo de casos, protocolos de control de infecciones y uso de equipo de protección personal deberá estar presente y los simulacros o ejercicios de preparación son fundamentales. Es imprescindible mejorar la capacidad diagnóstica y es hora de fortalecer y expandir la capacidad de los laboratorios para realizar pruebas moleculares y no centralizar los diagnósticos.
La colaboración internacional y el apoyo, si es necesario, deberán solicitarse, apostando las autoridades sanitarias por ser transparentes, claras y abiertas sobre la situación epidemiológica, medidas de prevención y acciones a realizar para las poblaciones. La conciencia pública y no el temor, la educación y no el desorden, deberán prevalecer, haciendo del conocimiento público la importancia de la higiene, vacunación y medidas de prevención. El acceso potencial a medicamentos u otros tratamientos deberá anticiparse para hacerlo equitativo, con logística sensata y priorizando a grupos de riesgo.
No podemos ni debemos tropezar con la misma piedra. Que lo ocurrido hace apenas unos ayeres sirva para que no haya más dolor. Primera llamada, primera. Debemos estar alertas. Es tiempo.
(Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor de especialidad y promotor de la donación altruista de sangre)