El buscar comprender cómo funciona el universo ha llevado a esa extraordinaria creación humana llamada ciencia. En el universo se observan regularidades como la posición de estrellas y constelaciones, las estaciones del año, los periodos de nieve y deshielo, el movimiento de un péndulo simple, el movimiento de un cometa, del Sol, la Luna y de los planetas, la descomposición en colores de la luz al pasar por un prisma, etc. Estas observaciones, entre muchísimas otras, son algo que los humanos hemos hecho desde hace siglos o milenios.
Las explicaciones iniciales de estos fenómenos no tenían ninguna base científica, eran el resultado de la imaginación, la fantasía o nuestros miedos.
El paso de un cometa se asociaba con desastres naturales que próximamente ocurrirían, como inundaciones o terremotos. Los eclipses también se explicaban como presagios de calamidades o como la necesidad de castigar, matar o torturar a aquellos miembros de la comunidad que no recibían el beneplácito de gobernantes o sacerdotes. Se pensaba que el movimiento de los planetas era debido a que ángeles invisibles los empujaban para que siguieran sus trayectorias. Muchas epidemias y enfermedades se explicaban con ideas que ahora consideramos como absolutamente absurdas.
Por ejemplo, durante la edad media se pensaba que la lepra era el resultado de que esa persona había sido concebida en un día en que la madre había tenido su menstruación. Los experimentos de Torricelli en los que subía manómetros de presión en globos y montañas y observaba que el nivel del mercurio bajaba al incrementarse la altura, inicialmente se explicó afirmando que al mercurio le daba miedo la altura.
El intentar curar la cólera comiendo ajos es otro ejemplo ridículo.
En todos los casos anteriores es notable que ninguna de las explicaciones tiene una justificación cuantitativa, todo es -no solo falso- sino también basado en justificaciones puramente cualitativas. Como contra ejemplo, las leyes de Newton proporcionaron una explicación cuantitativa al movimiento observado de los planetas y éstas justifican las leyes de Kepler.
Si la velocidad de los planetas alrededor del sol no es constante, no es debido a que los angelitos que empujan a los planetas vuelen más rápido cuando están cerca del sol que cuando están lejos, sino debido a la segunda ley de Kepler (áreas iguales en tiempos iguales) la cual tiene una rigurosa justificación matemática comprensible para cualquier persona que tenga las suficientes bases matemáticas.
Lo anterior proporciona una respuesta a la pregunta inicial de este artículo: Entender una explicación científica requiere de estudio y de una formación que puede requerir de varios años de preparación, mientras que las explicaciones pseudo-científicas no requieren de ningún esfuerzo, estas solamente apelan a la ignorancia, miedos y temores de quien la recibe.
La física, química y biología modernas son parte de las mejores herramientas que la humanidad tiene para comprender el universo, pero esta comprensión requiere de un sólido periodo formativo que puede requerir de varios años de estudio.