Ya obtuvieron 35 millones de votos. Ya arrasaron en las elecciones. Quizá ya quieran empezar a discutir las cosas en serio. Con datos en vez de propaganda.

El viernes 7 de junio en su conferencia mañanera, el presidente López Obrador recordó otra de las deudas que le va a dejar a la próxima presidenta de México, fruto de un berrinche del presidente (contra los empresarios que se opusieron a su cancelación del aeropuerto de Texcoco) que ha costado pérdidas enormes de dinero para el país: Mexicana de Aviación.

La aerolínea del gobierno es un pésimo negocio. Es una insensatez. Y encima, López Obrador ya le dejó a Sheinbaum una deuda de 13 mil millones de pesos para comprar 20 aviones que terminarán de recibir hasta el 2027 y que, a juzgar por el desempeño exhibido por Mexicana hasta ahora, van a volar semi-vacíos y van a seguir perdiendo dinero. Hoy, Mexicana sólo tiene 5 aviones volando.

En esa misma mañanera, dieron los resultados de Mexicana de Aviación. Presentaron las cifras como si fueran un éxito: en seis meses de funcionamiento, la aerolínea suma tres mil 762 horas de vuelo y ha transportado a 140 mil 762 pasajeros. Suena mucho, pero es poquísimo. Según cifras de la AFAC (Agencia Federal de Aviación Civil), los aviones de la aerolínea de López Obrador van semi-vacíos. Su ocupación es del 50% de los asientos, lo que contrasta con el 83% del promedio del total de las aerolíneas nacionales (los datos son al mes de abril, los más recientes publicados).

Mexicana de Aviación es solo un botón más en la larga lista de fracasos en el sector de la aviación durante el gobierno que se va. El AIFA sigue sin funcionar como aeropuerto de pasajeros. Las aerolíneas comerciales pierden al año unos 150 millones de dólares por volar desde ahí. Si su decisión fuera meramente económica, ya hubieran cancelado todos sus vuelos. ¿Por qué siguen haciendo operaciones en el AIFA? Para quedar bien con el presidente. Porque saben que, si se van, entrarían en confrontación directa con él, López Obrador se la tomaría personal. Son víctimas de una extorsión. El AIFA está condenado a ser un aeropuerto de carga (en eso sí es exitoso), y volverlo el aeropuerto más relevante de la capital del país requeriría una inversión ultra mega millonaria. ¿Qué querrá hacer la próxima presidenta?

El presidente quiere que el AIFA funcione a como dé lugar. Para eso, no ha escatimado en usar toda suerte de instrumentos ilegales y contra la libertad económica para presionar a las aerolíneas. El principal ha sido reducir por decreto las operaciones en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).

La historia es brutal. En el año 2022, el AICM ya tenía un acuerdo entre la administración (encargada por el gobierno a la Marina) y las aerolíneas privadas para echar a andar una millonaria remodelación de su Terminal 1. Una reunión en Palacio Nacional derrumbó todo. Y en vez de salir con presupuesto para la remodelación, salieron con el decreto para reducir 25% las operaciones aéreas.

No sólo eso. Según me dicen fuentes muy bien informadas, a la Marina le preocupan las finanzas de esta terminal aérea. Tener vuelos por debajo de la capacidad también impacta del lado de quienes tienen establecimientos (negocios) ahí: pagan las mismas rentas, pero la afluencia de gente es menor y por tanto bajan las ventas. Hay otra arista interesante: el plan para aumentar las operaciones en alguna medida tendría un efecto benéfico sobre todo para las aerolíneas extranjeras. Con esas López Obrador no tiene un apetito de venganza personal fruto de la lucha por la cancelación de Texcoco. De hecho, las grandes beneficiarias de los tropiezos de López Obrador en el sector aeronáutico han sido las aerolíneas de capital extranjero, que crecieron enormemente su participación de mercado cuando el gobierno perdió por negligencia (y tardó más de dos años en recuperar) la certificación de Categoría 1 en Seguridad.

 

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