El 9 diciembre del 2018 sucedió un milagro deportivo cuyas probabilidades está tratando de replicar el movimiento opositor en México. El “Milagro de Miami” fue una improbable, casi imposible, irrepetible, inesperada, inensayable, espectacular y absolutamente suertuda jugada con la cual el alicaído equipo de futbol americano de los Delfines de Miami logró vencer en el último minuto del partido a los engrandecidos Patriotas de Nueva Inglaterra, comandados por el legendario Tom Brady.
Algo así quiere lograr la oposición mexicana, y se está organizando para ello.
Quieren evitar que el obradorato tenga la mayoría calificada en el Congreso. Les preocupa la reforma que busca destruir al Poder Judicial. En la oposición están ejecutando una operación política de varias rutas:
La primera es tratar de evitar la sobrerrepresentación. Esa injusta regla con la cual la coalición del partido en el poder tuvo el 57% de los votos, pero se le están por asignar el 74% de los diputados. Para eso, se han intensificado los cabildeos en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. ¿Qué calculan? Que de los 5 magistrados, hay 2 que han mostrado que no tienen miedo de votar contra el régimen: Janine Otálora y Reyes Rodríguez. Con esos dos votos no bastan. Se necesita uno más. Un argumento es que el magistrado Felipe de la Mata ha tenido en el pasado opiniones muy claras en contra de la sobrerrepresentación. Lo natural sería que revirtiera el abuso. Pero ningún voto está seguro porque hay argumentos a favor de la sobrerrepresentación y además está el valor que se requiere para enfrentarse a un régimen que no se toca el corazón para atacar a cualquiera que se cruce en sus intereses.
La segunda es asegurar que todos los senadores de oposición -PAN, PRI, PRD, MC- se mantengan firmes, unidos y valientes. Si Morena y sus aliados argumentan que la gente votó por ellos avalando la controversial reforma, los de oposición pueden decir que quienes los respaldaron para llegar a la Cámara fue justo para votar en contra. Tres legisladores hacen la diferencia y el obradorato ha demostrado que sabe cómo comprar/intimidar para ganar una votación en el Congreso. Un reto adicional es que una votación en bloque de contención requiere algún nivel de comunicación entre la alianza opositora y Movimiento Ciudadano. Todos los puentes fueron dinamitados durante la campaña presidencial.
La tercera es tratar de saltar septiembre. Lograr que la votación de la controversial iniciativa suceda ya que Claudia Sheinbaum haya tomado posición para ver si cambia algo en el tablero político el hecho de que López Obrador ya no esté en Palacio Nacional, apostando a que suceda el tan cacareado “distanciamiento” y la nueva presidenta quiera dar una muestra de que ella manda.
¿Todo esto suena improbable, casi imposible? Pues sí. Por eso el título de la columna. Pero es interesante saber qué están tratando de armar.
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