El aburrimiento puede surgir como una respuesta a la falta de desafíos genuinos y la monotonía de la gratificación instantánea… 

Sandi Mann

Libre del compromiso de retener Guanajuato para su partido y sin cargo público a la vista en los próximos meses, Diego Sinhue Rodríguez Vallejo parece liberado del yugo que lo mantenía en aparente orden. Esta semana, como burro sin mecate, comentó medio en guasa medio en serio: “Estaba muy aburrido todo el sexenio, ahorita ya se está poniendo bueno al final y ya me voy”. Sí, el mismo viajero frecuente a Singapur, el que enjugaba su llanto ante la escasez de gasolina y el ausente sex-appeal de su estado ante la pérfida 4T, el gobernador de la grandeza y del Covid-19. Con esa sorna ofende a las víctimas de homicidio que nos mantiene en la cima de las estadísticas nacionales; soslaya que durante su mandato, entre 2020 y 2022 para ser más precisos, Guanajuato vivió la peor violencia de la historia reciente de México, que dejó más de 10.600 muertos, y más de 19.000 en sus seis años. Qué aburrido.

“El aburrimiento es más que simplemente un estado mental desagradable; es una manifestación de una crisis existencial que refleja un vacío en la vida de las personas”, dice Lars Svedsen. Y como muestra de ese vacío (no sólo espiritual) la transición en estas últimas semanas se ha mostrado cuando menos caótica, con polémicas tan innecesarias como descaradas: repartir cargos en el poder judicial del estado (López Mares, Esqueda, Durán y Arce), adjudicar obras a contratistas consentidos (Consorcio Constructor Eco del Bajío), regañar a empresarios por su amago de rebelión en  defensa del FIDESSEG y empañar la visita de su sucesora ante el embajador del Estados Unidos en la celebración de la independencia gringa con el fiscal Carlos Zamarripa como su representante. Amenidades, quizás para abatir el aburrimiento, que nos hacen ver muy lejos el 26 de septiembre, cuando asumirá la gubernatura la sucesora que aupó con dinero público.

¿Qué esperamos? De Rodríguez Vallejo, poco más. Pero de la gobernadora electa, que rompa el silencio y brinde certidumbre. Primero, con un gabinete digno de sus promesas de campaña. Además, que cumpla su palabra en cuanto a los cambios en materia de seguridad y procuración de justicia. Yo ya empiezo a dudar (bueno, en realidad nunca le creí). 

La próxima semana será la comparecencia de Carlos Zamarripa ante el congreso del estado donde esperamos responda algunas de las 392 preguntas que se han reunido en torno a su gestión de quince años… Última presentación ante un congreso a modo y con una bancada de Morena cada vez más combativa, así que habrá más para disipar el aburrimiento del gobernador que ya se va y que, de paso, dudo mucho que extrañemos.

Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com

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