La Resistencia Civil Pacífica está cruzando la mente de miles de jueces y funcionarios del Poder Judicial. Comentarios en redes sugieren que los miembros de ese poder no van a permitir que los legisladores de Morena y sus partidos satélite rompan su destino de independencia. 

Lo curioso de este método usado en muchas partes del mundo es que cambió el curso de la historia. Mahatma Gandhi lo usó para lograr la independencia de India frente al Imperio Británico. Lo asombroso es que el maestro de la resistencia civil en México fue el propio Andrés Manuel López Obrador cuando perdió la elección en 2006. En ese entonces ocupó el Paseo de la Reforma durante meses. 

La lógica de una extendida desobediencia civil es clara: el Poder Ejecutivo, a través de sus mandaderos del Legislativo, quiere destruir de un plumazo la forma de vida de miles de jueces y funcionarios del Poder Judicial por un capricho y una venganza. La reforma, todos lo saben, es la lucha por someter a quienes no han podido doblegar. 

En el fondo es un atentado a los derechos humanos, profesionales y laborales de quienes tienen la justicia en sus manos. Una idea peregrina que no funcionará en la práctica, que crearía un caos inmediato y un daño irreparable a los procesos judiciales (juicios) vigentes. Sólo mentes trastornadas pueden diseñar una afectación tan grave. 

La resistencia la vemos en las palabras de la Presidenta del Poder Judicial, Norma Piña, quien se opone tajantemente a la elección de jueces, magistrados y ministros. La abogada es más dura y firme de lo que imaginó López Obrador. Desde el día en que no se sometió al Presidente en Querétaro mostró el carácter y la reciedumbre de una guerrera. Estoy seguro que ella defenderá con todo lo que tiene la independencia de poderes. 

Quienes la quieren echar del cargo como su colega pirata Yasmín Esquivel, no tienen idea de lo que va a resistir, de lo que va a luchar para impedir que rompan los valores republicanos que nos rigen. Va a luchar con todo y surgirá de ella un liderazgo que pocos conocían o podían descubrir en su tono siempre mesurado y docto, en su inamovible uso de razón. 

A los diputados de Morena se les aparecerá un muro infranqueable de juzgadores que comienzan a organizarse para dar la batalla. No dicen cuál será su estrategia de resistencia pacífica, cuáles serán sus fórmulas para congelar cualquier ley que quiera destruirlos. Les va su vida profesional en ello. 

La Presidenta electa Claudia Sheinbaum dice que los jueces serán más independientes si son electos por “el pueblo”. Eso no es cierto y el mejor ejemplo para comprobarlo es el de los diputados y senadores de Morena y sus partidos satélite que tienen cero independencia frente al poder de AMLO. Son perfectas marionetas del Ejecutivo que firman leyes sin siquiera leerlas, menos comprenderlas. 

Lo peor no es su presunta independencia obtenida por el voto popular, sino la ineptitud de quien gana una elección pero no sabe ni pío de derecho. La propia Presidenta electa habla con absoluta dependencia de lo que quiere y dice López Obrador. A pesar de ser electa por 36 millones de mexicanos, no se ha movido un centímetro del discurso de Palacio. Existe la esperanza de que el uno de octubre cambie, para entonces el país podría encontrarse en una crisis política seria si le rompen la espalda, la cabeza y los pies al Poder Judicial. 

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