Como una ráfaga de viento fresco o el inicio de la temporada de lluvias, tuvimos esta semana el gusto de recibir en nuestra región a Luis Humberto Crosthwaite, con actividades en Irapuato, Guanajuato y León. Autor fronterizo, afincado en Tijuana, con una trayectoria que abarca más de tres décadas, traía bajo el brazo su más reciente colección de cuentos. El último show del Elegante Joan (Penguin Random House, 2024). Con sus doce relatos, que conjugan humor y juegos autorreferenciales, ayudó a recordarnos que la literatura, “como oficio y como arte, no tiene que ser solemne ni aburrida.”
El libro se abre con una carta firmada por los personajes que participarán en él, para quejarse de los malos tratos recibidos y de la ausencia de remuneración en metálico por parte del autor (reclamo que aún no ha sido desmentido ni enmendado). Tras ella, inicia el viaje hacia una arcadia ficticia donde las escuelas de poesía pululan como los estudios de crossfit en nuestros tiempos, y donde un padre entrena a su hijo en las artes del verso libre con el fin de noquear a sus posibles contrincantes con un soneto u ovillejo. A partir de allí, y con excepción del juego de suspenso sicológico de Puerta abierta y del relato que da nombre al libro, nos abordarán las referencias permanentes al oficio de escribir a través de jóvenes que buscan revolucionar la literatura o irrumpir en el jugoso negocio de los narcocorridos, o simplemente componer un poema que atraiga a la gordita de la clase. Las referencias metaliterarias se ubican por doquier, ya sea en una adaptación de Una historia desagradable o Repugnancia de Chéjov; la inquietante aparición de Crosthwaite, humillado por unos chavos videorastas en un supermercado, en Video; o el desarrollo incipit del cuento La niña quería ser baterista. El relato más extenso de libro, Novela, homenaje a Pirandello y a Niebla, de Unamuno, posee tintes dignos de los mejores episodios de La dimensión desconocida. No creo posible que los lectores exigentes queden indiferentes frente a los juegos planteados por Crosthwaite, al igual que aquellos que buscan una lectura entretenida y alejada de la masacre o el bostezo propuestos por muchos autores mexicanos contemporáneos.
Además, en esta época, cuando vemos pulular los discursos extremistas y atrabiliarios, Crosthwaite arriesga con esta demolición sistemática de la cuarta pared para hacer reflexionar a sus lectores sobre los límites entre la realidad y la ficción, y cómo, mediante el discurso, estos pueden manipularse de muy diversas maneras con fines no siempre elevados.
Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com