Esta semana que antecede al Día Internacional de la Paz (21 de septiembre) estuvo llena de eventos que me han hecho reflexionar y repensar el trabajo que requerimos hacer para generar una sociedad pacífica.
Tuve la invitación a participar en el Conversatorio “Humanizando Mundos” promovido por Jorge Robledo y Lucy Cortés, con testimonios de jóvenes multiplicadores de paz muy alentadores, ya que esparcen el mensaje de valores de paz en comunidades en donde han encontrado a muchas personas que resuenan con esos valores.
En la primera edición del Congreso Internacional “La divulgación de la ciencia a favor de la sostenibilidad, el bienestar y la prosperidad mundial”, organizado por la Universidad de Guanajuato (UG) a través de la Red de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Red ODS), Encontré, entre otra información, que se dio una conferencia sobre “Agenda Nacional por la Paz” y firma de compromiso de creación de un observatorio de Paz.
También pude estar en el Encuentro Cívico inter CECYTEG 2024. Una cultura cívica sólida que es esencial para la construcción de una paz sostenible, ya que fomenta la participación activa de la ciudadanía en la vida pública, la resolución pacífica de conflictos y la justicia social. Un evento para afirmar valores, identidad y respeto.
Hace más de 13 años que un grupo de personas y asociaciones hemos trabajado sobre este tema de paz y no encontrábamos eco suficiente para poner en la mente de las personas que la paz es posible como dice la UNESCO. Ahora hay más programas que mencionan la paz, unos muy buenos y otros que dan imagen, sin embargo, hoy Día Internacional del tema, no veo que los medios de comunicación e incluso las instituciones señalen la importancia de este día. Mucha tinta en violencia y poca para la paz; es verdad que nadie da lo que no tiene. ¿Será que la violencia sutil a nivel individual normalizada, junto con la poca participación ciudadana, familias con pocos mecanismos de paz, polarización social, cultura comunitaria disfuncional nos estén limitando y no nos permiten ver la esperanza de un mundo en paz?.
Este año se cumple el 25º aniversario de la adopción por la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz.
El progreso hacia el pleno desarrollo de una cultura de paz se logra por medio de valores, actitudes, comportamientos y estilos de vida propicios para el fomento de la paz entre las personas, los grupos y las naciones.
Ciertamente las y los niños tienen toda una vida por delante para aprender, los primeros años de vida determinan el carácter y la vida en sociedad. De hecho, estudios de neurociencia revelan que las interacciones humanas durante la infancia influyen directamente en el desarrollo del cerebro del niño (a). Para alcanzar la paz primero se debe aprender a convivir en paz, por lo tanto, debemos preocuparnos de enseñar a los niños (as) cómo hacerlo en todos los espacios de interacción, incluyendo familia y escuela.
Un promotor de paz se enfoca en difundir valores y fomentar la paz, mientras que un multiplicador de paz busca generar un efecto en cadena, formando a otros para que se conviertan también en promotores de paz. Requerimos de ambos para vivir mejor.
La frase “la no comunicación no existe” implica que, independientemente de la forma en que alguien intente transmitir un mensaje, algo de comunicación siempre ocurre. Al ser multiplicador de paz se comunican los valores de paz, si no se habla, se multiplica la violencia.
“Yo me imagino un mundo en donde la violencia sea un concepto vergonzoso como hoy lo es la esclavitud”. Nuestro país requiere mucho empeño y educación para seguir cultivando la tan ansiada paz. No podemos continuar como violentadores pasivos. Ahora que nuestro estado está señalado como violento tenemos la gran oportunidad de ser resilientes y convertirnos en un territorio de paz. Menos miedo y más amor. Rompamos cadenas de violencia y hagamos pacto de paz.
¡Requerimos más multiplicadores de paz!.
¡Por la Construcción de una Cultura de Paz!
manuelramos28@gmail.com