¿Estamos mejor que hace seis años? Es una pregunta que podemos hacer en general y en particular. La respuesta puede ser subjetiva porque algunos sectores florecen y otros tienen problemas; las personas enjundiosas que siempre miran hacia adelante podrán decir que están mejor que hace seis años. Son una minoría.
La verdad está siempre en los números porque no sólo podemos medir los datos económicos sino también el sentimiento de la comunidad y las personas. A bote pronto diremos que en seguridad estamos mucho peor que hace seis años. Lo habíamos comentado antes, Guanajuato se convirtió en un estado de 10, pero no de calificación sino de homicidios diarios. La peor época de nuestra historia. Jamás imaginamos que Celaya llegara al lugar de inseguridad y desesperanza en el que hoy se encuentra.
Si hace seis años teníamos un panorama complejo, hoy lo es más por diferentes circunstancias, algunas internas y otras de fuera. El gobierno federal puso en el bote de la basura los proyectos importantes para la entidad; nos sacó del proyecto hidráulico de El Zapotillo, el más importante en dos generaciones. Por si fuera poco, al final, el presidente López nos usó de comparativo para decir que “Guanajuato está peor que Sinaloa” en violencia, como si no fuera corresponsable.
Otro problema es la ausencia significativa de inversión debido a la inseguridad. El ritmo de crecimiento de hasta el 5% anual que teníamos en años anteriores se desinfló. La narrativa de la “mentefactura” que propuso el gobernador no cuajó significativamente en proyectos como el que tiene hoy Querétaro con la inversión de Amazon en un gran centro de datos con una inversión de 4 mil millones de dólares.
La preocupación del gobernante no estuvo en desregular la tramitología y transparentar las contrataciones de obras, insumos y servicios. Hay una pila de expedientes “reservados” que van en contra del espíritu que pregonó el PAN durante décadas. Eso deberá cambiar con el gobierno de Libia García. El blanquiazul fue el constructor del acceso a la información pública, es tiempo de que honre sus principios.
Si no fuera por las remesas que llegan de Estados Unidos, tendríamos un índice mayor de pobreza. La llegada de dólares a las familias guanajuatenses pueden significar 900 dólares por habitante, el equivalente al 10% de lo que producimos. Según datos del Banco de México, en 2024 las remesas recibidas casi llegarán a los 6 mil millones de dólares, cantidad muy parecida al presupuesto estatal (120 mil millones de pesos).
Otros indicadores numéricos están en el resultado de las elecciones. El PAN perdió parte de la mayoría que obtuvo en 2018. Miguel Márquez Márquez, ex gobernador popular, perdió la votación aunque es senador por mayoría relativa. La ventaja de Libia fue apenas de 10 puntos y Celaya se perdió por el desastre que vive la ciudad.
Sin duda el PAN está peor que hace seis años y corre el riesgo de convertirse en minoría dentro de tres años si no hay verdaderos “golpes de timón”, o mejor dicho, una nueva estrategia interna para recuperar lo perdido. En León, cuna del panismo que cambió a México, el 84% de sus habitantes se sienten inseguros (datos del INEGI en su investigación llamada Encuesta Nacional de Seguridad Urbana), uno de los porcentajes más altos del país. Muchas cosas tienen que cambiar. Hay que revisarlas.